El etnógrafo noruego Carl Lumholtz (1851-1922) realizó una basta investigación de campo en México entre los años 1890 y 1910, que fue patrocinada por el Museo Americano de Historia Natural.
En su libro "El México desconocido" dejó escritas algunas vivencias con arrieros:
Van algunas como botón de muestra:
"Allí, a solo 23 millas de Nacori y a una elevación de 4 mil pies...es encantadora la sensación que se experimenta mirando esas montañas... Nadie que no haya viajado por las montañas de México puede comprender ni apreciar las dificultades anexas a la travesía »
« No solo las bestias mismas, sino todo cuanto llevan es de vital importancia para el éxito de la expedición, y no cesa de existir peligro, por ejemplo, de que la cámara y útiles fotográficos o la preciosa colección de negativos vayan a precipitarse al abismo. »
« …animal pierde invariablemente el equilibrio y rueda precipitado por la pendiente con rapidez cada vez mayor.
Cierta vez oi un ruido que llegaba de arriba...bajaban rodando algunas piedras, y tras ellas ví un asno cargado que caía dando tumbos con extraordinaria velocidad... »
¡Un bote de dinamita y la caja de herramientas! Con la rapidez con que pudieron llevarlos sus piernas, dos arrieros acudieron a aquel punto, volvieron con presteza a cargar al asno y lo llevaron nuevamente al camino, tan tranquilos como si nada hubiese sucedido... »
...No podía menos que sentirme admirado ante la agilidad y el valor de mis fleteros y arrieros mexicanos en ocasiones semejantes. Movíanse con pie tan seguro y tanta rapidez como los marineros en los barcos, y se mantenían todos a la expectativa. Siempre que los pobres animales.. »
...pedían el apoyo, al punto mis hombres corrían tras ellos, y no bien los veían detenerse en su caída, gracias a cualquier obstáculo, alcanzábamos para aligerarlos de su carga..."