JERUSALÉN ES DONALD TRUMP

Donald Trump no sólo guarda un recalcitrante racismo hacia todo lo referente a México –excepción hecha de lo que se apellide Videgaray-- sino, y muy especialmente, a todo aquello que represente el mundo musulmán. Lo demuestra el patético y unilateral reconocimiento que ha hecho de Jerusalén como capital del estado sionista de Israel. 




por Ignacio García

(sobre la patética idea de “reconocer” a esta ciudad como la capital del estado sionista de Israel)

Trump ha dado su aval a un estado de ocupación que no posee, ni siquiera el grado de nación, y menos de un estado democrático como tal (ni siquiera democrático con la gran mayoría de sus ciudadanos que habitan el territorio ocupado). 

Trump muestra además (muy aparte de su baja calidad de estadista, y como presidente de un país que se precia ser la primera potencia mundial) una moral ya no digamos doble, sino múltiple; ya no sé si ajena a un país que se precia de estar bajo la protección de Dios (A Nation Under God), y se dice en su moneda confiar en ese Dios (In God We Trust) –o, precisamente porque, dada esa retórica de protección divina, se utiliza hoy como solución ad hoc para “forzar” la venida del reino a base de bazucas y armas más letales aún. 


O, que para ciudadanos norteamericanos (que así ha sucedido en los últimos días) Trump resulta ser para ellos una verdadera calamidad y desgracia. Y es que esa moral polivalente de Trump, se preocupa demasiado por los signos de violencia, falta de democracia y otros inventos con los que pretexta para intervenir en Venezuela, pero para nada se conduele de cómo el estado sionista de Israel a diario masacra, asesina y bloquea los derechos más elementales del pueblo palestino quien –por derecho histórico propio—es el detentor de ese territorio hoy ocupado por los sionistas.
A Trump y a su cómplice en cuestión, el presidente Israelí Benjamin Netanyahu, les interesa todo menos el sentido y la conciencia de otras naciones; ni les preocupa un comino la estabilidad mundial en cuestiones de paz. Han pasado, en primer lugar –ya se dijo—sobre el derecho histórico del pueblo palestino, y luego sobre acuerdos de corte internacional que avalan el derecho de mismos los palestinos sobre Jerusalén. 

En mayo de este mismo año, el Comité Ejecutivo de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) aprobó una resolución crítica sobre la actuación de Israel en Gaza y especialmente en el este de Jerusalén, la parte de la ciudad que de acuerdo al derecho internacional corresponde a los palestinos.

En la resolución, la UNESCO deplorará el rechazo de las autoridades de la ocupación sionista (lo de ocupación son palabras de la propia UNESCO, no mías para que no se me tache de antisemita) a acabar con sus persistentes excavaciones, túneles, obras y proyectos en Jerusalén Este, y en particular dentro y fuera de la Ciudad Vieja.

Pero ya se sabe, ni para el estado sionista ni para Trump, su socio mayoritario, existen la UNESCO ni la ONU ni Amnisty International. 

Nada. Sólo existe la persistencia de querer apropiarse de la rica veta petrolera y comercial del Medio Oriente, así sea que se pase sobre cadáveres de ancianos, mujeres y niños de países, ya de por sí empobrecidos por la codicia del capitalismo global. 



Y los reclamos no se han hecho esperar; no sólo de parte de jefes de naciones como Alemania y Francia, o de “revueltas” de países musulmanes que, en el caso especial del pueblo palestino, son aplastadas con el armamento más radical de las fuerzas sionistas, sino también de voces judías: intelectuales, escritores, teólogos y rabinos reconocidos, han puesto en alerta sobre esta nueva y peligrosa balandronada de Donal Trump. 

Larga sería la lista aquí, en este momento, para mencionar la de todos ellos: baste decir que esa “piedra en el zapato” que Noam Chomsky representa para el status quo estadunidense y judío (por ser Chomsky tanto uno como otro) ha refutado ya (con lucidez e inteligencia y no sólo cucarachas en la cabeza) la afirmación estúpida de Trump, de que “el reconocimiento de Jerusalén, como capital del estado sionista, traerá la paz mundial”.

La chicanada de Trump en este asunto, tiene etiqueta y dirección. En realidad no hay nada nuevo acerca de Jerusalén como la capital virtual de Israel (prohibida por la fuerza a los musulmanes, custodiada con tanquetas y metralletas por el estado sionista) ya que los israelíes se han estado utilizando este status de “su capital” durante décadas. 

Lo que es "nuevo" es que, en beneficio de su partido, los cristianos evangélicos y los que dicen ser partidarios estadounidenses de Israel, han azuzado a Trump y simplemente se ha apartado de cualquier noción de equidad en las negociaciones de paz y ahora decidido jugar con la pelota que le pone al frente el estado sionista. Se recuerda aquí que los presidentes estadunidenses anteriores han emitido exenciones contra la Ley del Congreso de Jerusalén de 1995, no porque "retrasar el reconocimiento de Jerusalén” fomentaría la causa de la paz, sino porque ese reconocimiento debería otorgarse a la ciudad como capital para dos pueblos y dos estados, no sólo uno.


Dos asuntos para finalizar: Primero. Lo peor de este asunto es éste: protestantes evangélicos (subrayo: evangélicos, no judíos) que mal leen la Biblia de los Gedeones en algún buró de hotel, son –como se apunta arriba—quienes están detrás de esta decisión de Donald Trump (claro, esto religiosamente pero que pesa enormidades)ya , con la equivocada idea de que –se ha dicho también—de esta forma tuercen la mano a Dios para que apure a su Hijo a regresar a la tierra en el Monte de los Olivos.


Segundo: Que en mi próxima entrega (¡vaya! pero si esto no es un diario…pero bueno) trataré de oponer mis argumentos a esta torcida idea de los protestantes pro-sionistas, y lo haré no con literatura evangélica precisamente, sino que para que el verso apriete, lo haré con lo excelso de los historiadores, teólogos, filósofos y rabinos ¡judíos! expertos –no en leer la Biblia interpretada por John Hagee o Beny Hinn, mercaderes bíblicos—sino en estudios profundos de la historia judía, así como lo referente a la ‘basilea’ o reino de Dios sobre la tierra.

Espero que mis dos o tres lectores, puedan seguirme. Acepto réplicas que pesen, no letanías bíblicas.