UN YACIMIENTO PETROLERO TAN RICO QUE PROVOCA CRUDA
por Ignacio García
La agenda de un político, más aún la de un presidente de la república como Peña Nieto, tiene sus tiempos. Cercana la fecha de la campaña de los distintos partidos a la presidencia de la república 2018, el PRI afila los dientes, y como Peña es el PRI, hace uso de esa agenda con un anuncio con el que quiere estremecer al país a través de un discurso mediático y demagógico, sobre el descubrimiento de un nuevo yacimiento petrolero en las costas de Veracruz, cerca de Cosamaloapan.
Lo que no dice Peña Nieto, es ese “nuevo yacimiento” sólo para él es nuevo, porque ya desde mucho antes de 2012 los Estados Unidos lo tenían bien ubicado desde sus satélites espías. Quiere ahora Peña, como siempre, hacer creer a los mexicanos que, así nomás de pronto, le mandaron un tuit y le avisaron de esta riqueza en crudo, no "descubierta" en los últimos 15 años. Incluso, Peña hace cara de sorprendido y voltea a ver a todos los paleros que lo acompañan como diciendo “¿Pueden ustedes creer eso? ¡Nooo maaanchen…!”
“perro llorón” López Portillo” nos hizo pasar la cruda
Lo que tampoco dice Peña, es que esa supuesta riqueza petrolera de la que ahora cacarea – y de la que ya el “perro llorón” López Portillo” nos hizo pasar la cruda—ni es de los mexicanos y sí ya está comprometida con empresas trasnacionales del otro lado del Río Bravo. No habla Peña que en Febrero de 2012, siendo aún presidente el nefasto Felipe Calderón, se anunció con gran pompa y platillos el "Acuerdo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América relativo a los Yacimientos Transfronterizos de Hidrocarburos en el Golfo de México". El pacto aquél, tenía (y tiene) como propósito --decía el comunicado oficial--, “permitir la exploración y explotación segura, eficiente, equitativa y ambientalmente responsable de los yacimientos de gas y petróleo que ambos países comparten”.
Para que este acuerdo apretara con el engrudo que a los políticos mexicanos les gusta, Estados Unidos presionó entonces para que en las elecciones de 2012 ganara un presidente a modo de sus intereses: Peña Nieto; éste garantizaba los bolsillos de Washington mediante una reforma a la mexicana --también a modo y dirigida a engrosar la riqueza de quienes mueven los hilos de Wall Street-- la Reforma Energética.
Que los Estados Unidos sabían de los yacimientos con los que ahora Peña quiere gratamente sorprendernos, es una verdad a todas luces; es más, los gringos lo sabían primero que nadie y apuraron a sus incondicionales mexicanos, primero a esa Reforma, y luego a la cristalización de aquel primer acuerdo de 2012. Para el segundo año del des-gobierno de Peña, el 4 de nov de 2014, y con la aprobación de las leyes secundarias en materia energética, aprobadas por el PRI y sus rémoras, además del PAN y PRD de la mano (partidos que hoy protestan de lo mismo porque vienen elecciones) entró en vigor el 'Acuerdo sobre Yacimientos Transfronterizos de Hidrocarburos entre México y Estados Unidos', que prevé el establecimiento de contratos de unificación entre arrendatarios estadounidenses y Petróleos Mexicanos (Pemex).
La nota, que fue emitida por el mismo gobierno mexicano a través de los medios, lo dice todo y desmiente lo que Peña viene hoy a tratar de celebrar como un “descubrimiento” para beneficio de los mexicanos. De acuerdo con Sergio Alcocer, subsecretario para América del Norte de la cancillería, se dijo entonces que “en los últimos días ambos países han intercambiado notas diplomáticas para detallar la entrada en vigor del acuerdo, con el que se pondrá fin a la moratoria sobre la exploración y producción marítima de petróleo y gas en la zona occidental del límite en el Golfo de México, donde se considera que existen hasta 172 mil millones de barriles de crudo y 304 mil millones de pies cúbicos de gas natural".
Más aún, Mario Gabriel Budebo, quien entonces había dejado el puesto de subsecretario de Hidrocarburos de la Secretaría de Energía (Sener), y quien participó en la negociación del acuerdo, explicó que el documento obliga a los dos países al intercambio de consultas e información en el momento en que se detecte o presuma la existencia de un yacimiento transfronterizo. De comprobarse su existencia, Pemex tendría ––o las empresas que participen del lado de México, gracias a la reforma–– que firmar un convenio de “unitización” (unificación de yacimientos) con las firmas de EU, en el que se determinará la dimensión del yacimiento y de las reservas que contiene.
Como se ve, lo que el gobierno mexicano, al mando de Peña Nieto hace, es que antes de festejar con los mexicanos, tiene y tuvo primero que hacerle la fiesta y reportar a Washington de la riqueza en nuestros mares; riqueza que (Oh MyGod!) los gringos ya sabían que la tenemos; y, también, que la gran mayoría de miles de millones de barriles de los que presume Peña son nuestros, en realidad le pertenecen a las petroleras yanquis, no a los mexicanos como Peña pretende engañarnos. En todo caso, las sobras que les quedan a los mexicanos de ese crudo, ya se ha visto que van a parar a manos de los Lozoya, los Codwell, las campañas del PRI, los jerarcas sindicales de PEMEX y gobernadores corruptos.
Y todavía hay comparsas y gente que le creen a Peña, lo festejan, le aplauden, lo sacan a 8 columnas; del Senado lo mandan a felicitar los mismos de siempre; no faltan los que quieren la foto con él para subirla a su muro; otros lambiscones sólo se acercan por aquello de que a lo mejor no les toca torta y refresco.
PapelRevolución