La agonía de Mireles,




















por Padre José Luis Segura Barragán


¿Por qué ninguna instancia gubernamental, religiosa o de la sociedad civil puede hacer algo por la liberación del doctor Mireles? ¿Por qué esa saña con él? ¿Por qué la indiferencia de los michoacanos?
Nadie puede ayudar al doctor Mireles porque ya no hay representación democrática en los gobiernos, de la República y de los Estados. Los gobernantes y los demás servidores del Estado se ha olvidado que todo poder emana del pueblo y que deben servir al pueblo. Toda la maquinaria gubernamental ya no tiene consciencia de que su existencia sólo se justifica en el servicio al pueblo, que del pueblo recibió su autoridad y que debe su existencia al pueblo, al que debe servir, proteger y honrar.
En Michoacán, el crimen organizado es el que pone a todas las autoridades. Según confesión de la misma “Tuta”, Silvano se entrevistó con él, para que le diera el placer de ser candidato a gobernador de Michoacán. Por supuesto que “La Tuta” es un criminal, un mentiroso, un hijo del demonio, y no hay por qué creerle. El “Gerber” se tomaba sus cervecitas con “La Tuta” amenazado de muerte.
Platicando con un “templario” en tiempos de Calderón, me comentaba que el PRI iba a ganar la presidencia de la República en las siguientes elecciones, porque el PRI sí los dejaba trabajar, y que apoyarían a Don Fausto, el amigo del Cardenal de Morelia. Le comenté que el PRI era un traidor, y no me creyó, pero cuando lo persiguieron los autodefensas de Martín Godoy se ha de haber acordado de mi observación, pero ya era demasiado tarde. Por supuesto que hoy goza de cabal salud y de la protección del actual procurador de (in) Justica, el reverendísimo y muy honesto Don Martín Godoy Castro, tema tabú de nuestro ínclito defensor de los migrantes, especialmente de los de Raúl Ventura.
¿Por qué Silvano no ayuda al doctor Mireles, si cuando andaba en campaña hasta se sacó fotografías con el doctor? Vaya usted a saber lo que es el interior de las alimañas llamados “políticos”. Son seres inescrutables: mentirosos compulsivos, princesos explícitos, comunicadores chachalacos, cínicos de mala cepa, displicentes con los aduladores e iracundos con quienes los contrarían. Dipsómanos irredentos, espiritosos y burbujeantes, champañosos tequileros y artistas de redondel.

¿Por qué ningún prelado preclaro o ambiguo, ningún piadoso pastor evangélico facedor de milagros, ningún sectario de Jehová o de los Annunankis soterrados le dan la mano al doctor Mireles? Porque los encarcelados no son de su incumbencia: “Rompan las cadenas injustas, saquen de las mazmorras a los encarcelados…”. Recuerdo que los píos obispos de Michoacán fueron a Nayarit a visitar a los del michoacanazo, a aquellos alcaldes limpios de toda culpa, y ahora ni un cura se acuerda del desgraciado doctor Mireles, el apestado de Tepalcatepec y el mártir de los malagradecidos.
¿Por qué nadie quiere ayudar a salir de la prisión al doctor Mireles? Porque ya regresaron los malos y ahora tienen calladitos a los políticos que los narcos financiaron, como en los tiempos de “denantes”.