Deslumbramientos de Travesía” en la cúspide del verso

EL NUEVO LIBRO, HERMOSO Y VALIENTE, DE PEDRO SALVADOR ALE.


Entre la herida argentina y el dolor mexicano, Pedro Salvador Ale ha sobrevivido gracias a la poesía. Si es verdad que la poesía es -como lo dijo Cardoza y Aragón- la única prueba real de la existencia del hombre, entonces Salvador Ale existe hoy para nosotros.
De San Salvador de Jujuy al altiplano mexicano, Ale ha vivido el exilio creativo del sueño trascendente, del hombre que no es nada más pero tampoco nada menos que un poeta. Pedro navegante, Pedro pájaro migratorio, afila su cuchillo en el esmeril del corazón, en la piel de la mujer joven que lo espera siempre en el lecho y deja entornada la puerta del primer verso, así lo describe Marco Aurelio Chávez, como quien ha tenido la fuerza para hundirse en la madrugada del exilio voluntario y amanecer con algo más que un desvelo.

En su más reciente obra poética, editada por Norte/Sur lo presenta otro grande de las letras argentinas, don Juan Gelman: “El hermoso, valiente libro de Pedro, nos recuerda que en la vida, el amor y la muerte no se buscan para encontrar sino para conocer la búsqueda, sus trampas, sus peligros, sus engaños. Sus fulgores también. Los espejos de la búsqueda duran un instante, sus imágenes más. Entre esos dos tiempos navega el deseo y nunca quiere puerto. Los marineros cantan en el puente tendido entre dos nadas.”
Pedro es un creador en el desarraigo, un creador de verdad, que transmuta los traumatismos y separaciones en algo que se acerca a la belleza. Y de ello da cuenta Marco Medina, al decir que “libro a libro y cada día, Pedro confiesa que ha vivido. El deslumbramiento Salvadoriano tiene que ver no sólo con estos elementos, a través de los cuales componemos nuestra vida social, como las palabras y los objetos, sino a la dimensión intersticial de todo el constructo significativo, es decir, al asombro que pone hondura entre quien nombra y lo nombrado, a las fisuras de nuestra comprensión, de donde el verbo toma vuelo y viento. La tarea del poeta es el recorrido de los abismos que separan la certeza de lo dicho.
”La confianza que emana de la palabra poética como signo que envuelve o desenvuelve lo aparente es un metal precioso, que se extrae de la vida oculta de entre un sustantivo y otro. El poeta es un minero deslumbrador, que a fuerza de pico y uñas nos entrega de las profundidades el dorado de la verdad: la vida de la vida, un ave que remonta el vuelo o el ruido de una hoja al caer en el agua. Un sueño constante de los ojos bien abiertos.”
Este es el “Deslumbramiento de Travesía” que nos da el oficio del poeta, creando desde la nostalgia como un gran relámpago, y que nos hace vibrar con suerte de no desangrar, como nómada que atraviesa territorios y nos conquista con el don de su palabra, compartiendo desde siempre su exilio y su lucha para no morir en el olvido.

Por: Luz del Alba Belasko.