El Estado de México se localiza como el primer lugar en la lista por los delitos de homicidio doloso, secuestro, extorsión, robo con violencia y robo de vehículo. En ese sentido, cada hora en el Estado de México, se cometen 12 robos, la mayoría de ellos con violencia. No obstante, el gobernador de la entidad Eruviel Ávila calificó la violencia en el territorio mexiquense de “atípica y temporal”.
Al respecto, este fin de semana nuestro poeta, y amigo Pedro Salvador Ale, nos cuenta, afortunadamente !, su experiencia . Y uno se pregunta; ¿Y el plan de seguridad? si las suma de miles de dólares en sistemas de seguridad a los ciudadanos. (Papel Revolución)
Sólo por razones políticas
Por Pedro Salvador Ale
“Un acto sencillo como tomar un taxi a un simple peatón como yo le pudo costar la vida.
Ayer 31 de enero, faltaban diez minutos para las ocho de la noche, en la esquina de Rayón y Morelos, en el centro de Toluca, paré un taxi, miré al asiento de atrás y no vi a nadie, él me abrió la puerta de adelante, nos pusimos de acuerdo en el costo hacia la entrada a Metepec. Me preguntó sobre mi trabajo y le di poca importancia, me dijo que por mi acento no era mexicano, le comenté que era argenmex, al tomar de Morelos a 5 de Mayo, me dijo- entonces ya sabrás lo que es sufrir y amar a Dios en tierra de indios, ¡ esto es un asalto cabrón!
Apareció como arte de magia del delito, alguien en el asiento de atrás, que me puso una navaja en el cuello, y me cubría la cabeza con una manta, mientras el que iba de chofer me puso la pistola en la cadera, me obligaron a poner las manos bajo mis piernas, inclinaron mi asiento hacia atrás, mientras me amenazaban y quitaban lo que traía, la billetera, el celular las cadenas, pidiéndome el nip con amenazas, la clave de mi cel, mientras conducían, metiéndose por calles y lugares que no sabía, creo que buscaban dónde dejarme, en total fueron como 15 minutos, donde uno piensa de todo, sobre todo el riesgo para mis familiares si estos delincuentes hubiesen querido ir a mi casa, finalmente me tiraron con amenazas en una zona oscura de una colonia. Después, oh, tuve que parar otro taxi, para que me llevara a casa”
Esto me sucedió ayer sábado, me digo y ¿por qué no a mí? Aunque no he gozado de ningún privilegio en México, he sido un trabajador más de la educación y de la cultura, seguí y sufrí el destino de este país por más de treinta y cinco años, laborando como maestro, escribiendo treinta y tantos libros para las escuelas (El sentido ético de la Vida, El camino de la sabiduría, Los valores de la Lectura, etc. Colecciones desde primer grado hasta el bachillerato, textos que desde hace 17 años enseñan los valores a través de ejemplos literarios). Además, por supuesto, de mi obra poética de 40 años, todo esto lo hice en esta tierra que amo, por el simple hecho de que mis hijos nacieron aquí; como amo a mi Argentina; digo esto no por vanidad curricular, sino que desde que llegué, por mis convicciones ideológicas lo que no pude hacer en mi país lo hice aquí.
A pesar de la humillación, del miedo, de la impotencia, no pienso declinar en mis artículos y libros defendiendo la cultura y el humanismo; aclaro, no fue un asalto de tintes políticos, fueron simples rateros valientes con navaja y pistola, surgidos del mismo sistema corrupto que vivimos; ah, entonces sí, es un problema político porque la inseguridad la vivimos todos, y si hay taxis que circulan con sus papeles en regla, para asaltar, el asunto viene de otro lado.
Lo que estamos viviendo las personas comunes y corrientes que no tenemos choferes ni guardaespaldas, es la “exclusión” que etimológicamente significa e implica la expulsión, obviamente hacia afuera de un círculo cerrado, en este caso ese círculo es el de los privilegiados, exclusión de un sector de la sociedad, la exclusión hacia el exterior, no estamos aquí hablando de una definición como: exilio, éxodo, deportaciones, etc. No, los excluidos de hoy en día somos nosotros, víctimas a nuestro pesar, de los mecanismos de un poder establecido con nombres y apellidos, que nadie controla. Ahora mismo sé que la exclusión ya comienza a perder su sentido como palabra, en la medida que la exclusión sigue la lógica del gueto, en la que ya no se excluye hacia el exterior, sino al interior mismo del territorio: los excluidos permanecemos entre nosotros, somos nosotros, visibles, expuestos a las circunstancias, sin que el estado de derecho aparezca para nada, sólo para obedecerlo (se supone que el estado de derecho es el que debe en primer lugar garantizar nuestra seguridad).
La proliferación de la delincuencia, la pobreza y el sufrimiento, son males colaterales de un estado fallido, que se impone sobre cualquier individuo, sojuzgado por la “selección económica”, conducida por militantes de los pesos que les dan. Habrá quienes sigan comiendo carne de sapo, yo asumo que en el mundo de la cultura y de la inteligencia hay que seguir librando batallas, por eso continuaré difundiendo poemas de mis hermanos mayores y a los humanistas que admiro, esto, indeteniblemente, sólo por estrictas razones políticas. (P.S.A.)
Tomado de QUADRATIN EDOMEX
Al respecto, este fin de semana nuestro poeta, y amigo Pedro Salvador Ale, nos cuenta, afortunadamente !, su experiencia . Y uno se pregunta; ¿Y el plan de seguridad? si las suma de miles de dólares en sistemas de seguridad a los ciudadanos. (Papel Revolución)
Sólo por razones políticas
Por Pedro Salvador Ale
“Un acto sencillo como tomar un taxi a un simple peatón como yo le pudo costar la vida.
Ayer 31 de enero, faltaban diez minutos para las ocho de la noche, en la esquina de Rayón y Morelos, en el centro de Toluca, paré un taxi, miré al asiento de atrás y no vi a nadie, él me abrió la puerta de adelante, nos pusimos de acuerdo en el costo hacia la entrada a Metepec. Me preguntó sobre mi trabajo y le di poca importancia, me dijo que por mi acento no era mexicano, le comenté que era argenmex, al tomar de Morelos a 5 de Mayo, me dijo- entonces ya sabrás lo que es sufrir y amar a Dios en tierra de indios, ¡ esto es un asalto cabrón!
Apareció como arte de magia del delito, alguien en el asiento de atrás, que me puso una navaja en el cuello, y me cubría la cabeza con una manta, mientras el que iba de chofer me puso la pistola en la cadera, me obligaron a poner las manos bajo mis piernas, inclinaron mi asiento hacia atrás, mientras me amenazaban y quitaban lo que traía, la billetera, el celular las cadenas, pidiéndome el nip con amenazas, la clave de mi cel, mientras conducían, metiéndose por calles y lugares que no sabía, creo que buscaban dónde dejarme, en total fueron como 15 minutos, donde uno piensa de todo, sobre todo el riesgo para mis familiares si estos delincuentes hubiesen querido ir a mi casa, finalmente me tiraron con amenazas en una zona oscura de una colonia. Después, oh, tuve que parar otro taxi, para que me llevara a casa”
Esto me sucedió ayer sábado, me digo y ¿por qué no a mí? Aunque no he gozado de ningún privilegio en México, he sido un trabajador más de la educación y de la cultura, seguí y sufrí el destino de este país por más de treinta y cinco años, laborando como maestro, escribiendo treinta y tantos libros para las escuelas (El sentido ético de la Vida, El camino de la sabiduría, Los valores de la Lectura, etc. Colecciones desde primer grado hasta el bachillerato, textos que desde hace 17 años enseñan los valores a través de ejemplos literarios). Además, por supuesto, de mi obra poética de 40 años, todo esto lo hice en esta tierra que amo, por el simple hecho de que mis hijos nacieron aquí; como amo a mi Argentina; digo esto no por vanidad curricular, sino que desde que llegué, por mis convicciones ideológicas lo que no pude hacer en mi país lo hice aquí.
A pesar de la humillación, del miedo, de la impotencia, no pienso declinar en mis artículos y libros defendiendo la cultura y el humanismo; aclaro, no fue un asalto de tintes políticos, fueron simples rateros valientes con navaja y pistola, surgidos del mismo sistema corrupto que vivimos; ah, entonces sí, es un problema político porque la inseguridad la vivimos todos, y si hay taxis que circulan con sus papeles en regla, para asaltar, el asunto viene de otro lado.
Lo que estamos viviendo las personas comunes y corrientes que no tenemos choferes ni guardaespaldas, es la “exclusión” que etimológicamente significa e implica la expulsión, obviamente hacia afuera de un círculo cerrado, en este caso ese círculo es el de los privilegiados, exclusión de un sector de la sociedad, la exclusión hacia el exterior, no estamos aquí hablando de una definición como: exilio, éxodo, deportaciones, etc. No, los excluidos de hoy en día somos nosotros, víctimas a nuestro pesar, de los mecanismos de un poder establecido con nombres y apellidos, que nadie controla. Ahora mismo sé que la exclusión ya comienza a perder su sentido como palabra, en la medida que la exclusión sigue la lógica del gueto, en la que ya no se excluye hacia el exterior, sino al interior mismo del territorio: los excluidos permanecemos entre nosotros, somos nosotros, visibles, expuestos a las circunstancias, sin que el estado de derecho aparezca para nada, sólo para obedecerlo (se supone que el estado de derecho es el que debe en primer lugar garantizar nuestra seguridad).
La proliferación de la delincuencia, la pobreza y el sufrimiento, son males colaterales de un estado fallido, que se impone sobre cualquier individuo, sojuzgado por la “selección económica”, conducida por militantes de los pesos que les dan. Habrá quienes sigan comiendo carne de sapo, yo asumo que en el mundo de la cultura y de la inteligencia hay que seguir librando batallas, por eso continuaré difundiendo poemas de mis hermanos mayores y a los humanistas que admiro, esto, indeteniblemente, sólo por estrictas razones políticas. (P.S.A.)
Tomado de QUADRATIN EDOMEX