Escrito por Ricardo Bernal
En su libro Desinformación. ¿Cómo los medios ocultan el mundo? Pascual Serrano sugiere que, antes de aceptar a pie juntillas la información que nos brindan los medios de comunicación, deberíamos hacernos algunas preguntas elementales, las cuales podrían servirnos como guías de viajero en el mundo periodístico: ¿Quiénes son los dueños del medio?, ¿a qué intereses representan?, ¿su finalidad es estrictamente periodística o responde a intereses comerciales?En su libro Desinformación. ¿Cómo los medios ocultan el mundo? Pascual Serrano sugiere que, antes de aceptar a pie juntillas la información que nos brindan los medios de comunicación, deberíamos hacernos algunas preguntas elementales, las cuales podrían servirnos como guías de viajero en el mundo periodístico: ¿Quiénes son los dueños del medio?, ¿a qué intereses representan?, ¿su finalidad es estrictamente periodística o responde a intereses comerciales?
Las respuestas a estas interrogantes resultan cruciales al momento de ponderar la veracidad de la información que llega a nuestras manos. Aplicar estos filtros como un método para salvaguardarnos de la manipulación y los embates ideológicos es, entonces, la obligación de una ciudadanía consciente del inmenso poder de los medios de comunicación masiva.
Desde su surgimiento en 1923 la revista Time fue manejada por empresarios cuya finalidad consistió en aumentar sus ganancias económicas por encima de su obligación informativa. La fusión del semanario con Warner y la compra de AOL, en 1989 y 2000 respectivamente, han agudizado esta tendencia.
El archiconocido caso Kennedy es solamente el ejemplo más ilustrativo de una serie de decisiones propias, no sólo de una visión estrictamente capitalista de la comunicación, sino de muy probables relaciones con el poder político. Para la memoria quedará la compra realizada por los dueños de Time de la única película que mostraba el momento exacto en que se asesinaba al entonces presidente norteamericano, impidiendo con ello que el público tuviera acceso a tales imágenes.
Otro motivo de polémica tiene que ver con la célebre sección del semanario titulada “El personaje del año”. El periodista independiente Pascual Serrano recuerda que en 2006 las votaciones en la página de internet colocaban a Hugo Chávez en el primer sitio de la encuesta, sin embargo Time decidió utilizar un último recurso nombrando al “usuario de internet” como personaje del año.
La actitud que provocan las fobias ideológicas de la revista son la contracara exacta del comportamiento mostrado con quienes se adecuan a sus filias. Es el caso del actual presidente Enrique Peña Nieto, su sometimiento a las directrices norteamericanas en temas tan fundamentales para la geopolítica como los recursos energéticos lo vuelven un sujeto proclive al panegírico por parte del semanario.
Así, la portada que saldrá el 24 de febrero con la imagen del presidente de esta nación acompañada de un titular épico (Salvando a México) sirve menos para entender lo que ocurre en este país, que para comprender la dinámica de favores y compromisos ideológicos de las industrias capitalistas de la información.