El TLCAN, negociación de alto nivel y bajo humanismo que viola los derechos fundamentales desde hace 20 años, pero ¿hasta hoy se resiente en Toluca?
Una extremada vigilancia por parte de cuerpos militares y policiacos de México, inclusive del servicio secreto y de inteligencia de EUA y Canadá, ha provocado que la ciudadanía arremeta con quejas a causa de la falta de libertad de tránsito por su propia ciudad, ante las “básculas” obligadas hasta con detector de metales en la calles principales y, en general, el estado de sitio que se hace sentir en el marco de la reunión entre Obama, Harper y Peña en Toluca, Estado de México, a 20 años de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC o TLCAN).
A lo que se suma el gasto inaudito en el remozamiento del centro de la capital del Estado de México, mientras las carencias en otras partes del mismo municipio continúan sin ser atendidas a pesar de ser prioritarias, basta mencionar la zona norte, donde se aprecia una importante población de origen ñañhú, o el alcance de los servicios públicos como el de la recolección de basura, ni hablar de la seguridad con el número creciente de asesinatos y asaltos, o las deplorables condiciones del transporte público, en un total desorden y encarecido.
El cierre de comercios, escuelas y otros lugares de trabajo, además de la restricción en el uso de telefonía celular también son materia para que la población exprese un malestar generalizado ante las internacionales visitas, que no pasarán más que de rápido por mucho que patéticos letreros intenten expresar en forma bilingüe parte de la riqueza arquitectónica del primer cuadro de Toluca.
Disgusto justificado, inmediato, a causa de las medidas emprendidas por el gobierno mexicano en sus tres niveles para franquear la llegada de los tres mandatarios al Cosmovitral. Pero otro disgusto se justifica, más bien reprobación, y no inmediata, sino que data de hace 20 años, cuando Carlos Salinas de Gortari fuera presidente y firmara el mentado tratado, dadas las implicaciones sociales, económicas y políticas que traería, trajo y continúa trayendo para los mexicanos en sentido negativo esa negociación de “alto nivel” y de tan bajo humanismo, que encara una (no tan) nueva forma de colonialismo, de sometimiento.
Basta preguntarse por las condiciones de los trabajadores mexicanos en EUA, el trato a migrantes en la frontera norte, la ilimitada entrada de productos estadounidense, las condiciones desfavorables para el comercio mexicano, la pérdida de empleos, la tecnificación de la educación, el índice de pobreza, la pauperización del campo, la falta de apoyos para la ganadería y la pesca, la creciente privatización de servicios básicos y recursos nacionales, el beneficio único para empresas trasnacionales en sectores estratégicos como el minero, la afectación al medioambiente…
Así, se cuentan dos décadas ya desde que el Estado mexicano avaló una relación en condiciones desiguales e injustas frente a EUA y Canadá con un alto costo para la sociedad mexicana, relegada en la toma de decisiones trascendentales para el país, puesto que el sistema político nacional también ha demostrado su carácter antidemocrático y de subordinación a intereses extranjeros, trasnacionales, neoliberales; ahí está para demostrarlo la historia reciente vista desde las reformas constitucionales de Salinas de Gortari y ahora de Peña Nieto, que tuvieron cierta continuidad con los desastrosos sexenios de Zedillo, Fox y Calderón. El intervencionismo a todo lo que da y al descubierto, ¿se recuerda el espionaje –todavía sin aclarar de acuerdo con las investigaciones que prometió realizar Obama– del gobierno estadounidense en contra de la integridad de las naciones, entre ellas la mexicana?
Los tres mandatarios seguirán regulando la desigualdad e impulsando la falta de soberanía. Entre la ciudadanía, habrá que plantear la discusión de fondo, no sólo se trata del primer cuadro de la ciudad de Toluca; sino de la política impuesta a nivel mundial por el país número uno en el consumo de drogas y en la producción de armas (guerras) y contaminantes.