El presidente Peña Nieto por las recientes reformas constitucionales, pasará a la historia como gran modernizador de México. Las enmiendas le han valido reconocimientos e incentivos. “Latimex”, edición de Miami considerándolo “Líder del año en América Latina” le ha premiado. El presidente Obama, por las “audaces reformas” benéficas para las petroleras de su país lo ha congratulado.
Todo eso alienta su ánimo. Después del “éxito” de sus “nacionalistas y patrióticas” reformas, aprovechando el XCIX Aniversario de la Promulgación de la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, anunció una más: La agropecuaria. La agraria, fue sepultada por Salinas en 1992. En vez de impulsar la producción de alimentos, optó por importarlos. El TLC facilitó su introducción; era más barato comprarlos que producirlos. Como la energética, la reforma anunciada va dirigida al transnacionalismo.Ya se entregó el subsuelo con todas sus riquezas; Sigue la tierra. El beneficiado será el sector moderno de la industria agricola extranjera, vincuada con la producción de insumos, insecticidas, semillas. Su gobierno, continuará sin embargo, dando caridad, como paliativo a los productores más desprotegidos.
La que propone no será constitucional. La enmienda va dirigida a la Ley Agraria para crear un marco jurídico que haga más “productivo el campo”, que garantice la “seguridad alimentaria”. Lo mismo propuso en su tiempo Salinas de Gortari.
Para eso, necesaria es la conversión de la propiedad ejidal, en privada. Se privatizará la tierra, en que el maíz es superficie de la Patria, en la metáfora de López Velarde.
La propiedad social de la tierra enmarcada en la Reforma Agraria cardenista, “el hijo desobediente” antes de salir de los Pinos la apuntilló. A los ejidatarios se les dio la libertad de vender su parcela. Así acabó el ejido. La tierra, entró al libre mercado. Quedará abierta la posibilidad de que los empresarios con beneplácito inviertan en el campo.
A eso llama el presidente “reforma profunda al campo” Allanará además el acceso a Monsanto, Pionner, DuPont, Syngenta y Dow Agrocienses, multinacionales productoras de maíz transgénico; grano modificado genéticamente, conocido como Mons810, provocador de cáncer y muerte prematura en ratas de laboratorio, según estudios del doctor galo Gilles Eric Séralini.
La revista Food and Chemical Toxicology, vinculada a la trasnacional no publicó el estudio científico, revelador del daño que a la salud humana causa esa variedad de maíz. La humanidad, informada del riesgo que corre con esa gramínea, se ha organizado en algunos países para rechazar su cultivo y su consumo. Repudia a Monsanto, no sólo por atentar contra la salud de las personas, sino por los gases que dañan al ambiente.
La protesta social más reciente es la de Malvinas, Argentina; los malvinenses por los altos índices de contaminación terrestre y acuática, generada por el consorcio, se quejaron ante un tribunal de Córdoba. La trasnacional detuvo por orden judicial, la construcción de una planta. Además probaron que un gran porcentaje de niños presentaron en la sangre rastros de pesticidas, producidos por la corporación detestada.
En nuestro país hay un precedente de lucha contra el otorgamiento de permisos para el cultivo comercial del grano. El antecedente es jurídico. Un juzgado federal ordenó en el mes de septiembre pasado, a la Sagarpa y a la Semarnat, no otorgar más permisos para liberar la siembre de ese tipo de maíz. El gobierno anterior otorgó las primeras licencias a Monsanto, el actual debió cancelarlas, pero como ideológicamente son afines, sus dependencias siguen haciendo acopio de solicitudes. Adelita San Vicente, presidenta de la “Fundación Semillas de Vida”, en representación de 53 organizaciones civiles, campesinas, alimentarias y científicas, interpuso una demanda de amparo. La suspensión provisional detuvo el juicio. De éste el titular de la Sagarpa, Enrique Martínez dijo: “los amparos y litigios están en manos de los abogados”. Esta, es sólo una reapuesta política.
Como las Secretarias involucradas pretenden continuar autorizando su cultivo, el Instituto Nacional de Ecología, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas se han pronunciado en contra del otorgamiento.
Por las secuelas nocivas que se advierten hay resistencia social contra la siembra del maíz modificado. El temor a vivirlas, mueve a quienes impugnan su cultivo.
Los inconformes ven en el proyecto modernizador de nuestros alimentos, un problema de seguridad nacional y de salud pública para los mexicanos. En su lucha, defienden el derecho de los mexicanos a comer alimentos sanos y nutritivos; no comida chatarra. Lo que produce la biotecnología, es eso.
Si el presidente no los escucha, los diputados y senadores deben oír a los opositores. Si complacieron al ejecutivo con la reforma petrolera, ahora tienen que defender al pueblo que representan, apoyándolo en su demanda respetar su derecho legítimo a consumir el nativo y milenario teocintle de Mesoamrica del que proviene el maíz mexicano. No cuidar su futuro político; sí en cambio velar el porvenir de sus hijos. Tienen oportunidad de demostrar que están a favor de los mexicanos, no de la apropiación mercantil de los alimentos que pretenden hacer las citadas corporaciones.
Si por compromisos políticos aprobaron la entrega de la soberanía energética, hoy tienen obligación de evitar se pierda la indepedencia alimentaria con la reforma enunciada por el presidente.. Aprobarla, será un crimen de lesa humanidad De los legisladores depende que México sea un territorio libre de organismos genéticamente modificados. Si rechazan la propuesta que ambicio -na imponer la dependencia alimentaria, el pueblo reconocerá que el poder legislativo es autónomo y que sus integrantes habrán recobrado el nacionalismo, cuando menos el alimentario...
El anuncio presidencial para estar acorde con la modernización se hizo en el World Trade Center, de Boca del Río. El neoliberalismo ha modernizando a la Confederación Nacional Campesina. De ser la más poderosa central del PRI, y frente de lucha agraria, la están transformando en un corporativo empresarial de campesinos “nylon”.
Al final del acto cenecista, sólo los hombres de maíz como los que hicieron Tepeu, el Creador y Gucumatz, el Formador, sabios progenitores de las antiguas historias del Quiché, que lo siguen cultivando, dieron un poco de vida a la moribunda CNC, al entonar las emotivas estrofas del “Himno Agrarista”:
“Marchemos agraristas a los campos/ a sembrar la semilla del progreso/ marchemos siempre unidos, sin tropiezo/ laborando por la paz de la Nación/. No queremos ya más luchas entre hermanos/ olvidemos los renconcores compañeros/ que se lle -nen de trigo los graneros/ y que surja la ansiada redención/.
Ese el sublime canto agrarista caerá en el olvido si avanza en México la biotecnología apoyada con dinero de Bill Gates. Si se realiza, los graneros no recibirán el trigo; el nuevo, el alterado, se depositará en silos metálicos de las empresas trasnacionales; quedando entre los campesinos miserables, que solo recibirán dádivas la esperanza eterna de ser redimidos A ganar dinero, a generar explotación, pobreza, enfermedades, vienen, aprovechando “la profunda reforma al campo”, Monsanto y consorcios que le acompañan
peródico La Calle en la Sociedad
Toluca, Estado de México
Ya vienen, Monsanto, Dupont y Otras Compañías.