Por Luis Pantoja Ríos
Aunque
es frase trillada o lugar común aquello de más vale tarde que nunca, quizá ésa
sea la forma simplificada de analizar la poca visión durante décadas de
gobiernos obtusos en sus esquemas de desarrollo. El arte y la cultura como
sinónimo, no solo de educación, sino de la ampliación de la sensibilidad y el
espíritu, lamentablemente no forman, desde siempre, parte de los proyectos
prioritarios de los gobiernos.
Fundamentar
lo anterior no requiere ni de una gran investigación y mucho menos un gran
discurso o tejer miles de páginas; los hechos hablan y aunque, por ejemplo,
Toluca es una de las ciudades con más museos del país o el propio Valle de
Toluca cuenta con su Centro Cultural, la cantidad no siempre es calidad por más
que directores o empleados traigan la camiseta como tatuaje. El dinero para
pagar bien por el arte y la cultura es tan importante como para la organización
de las elecciones, con la diferencia de que estas últimas son un coto de poder
amafiado y lo otro un bien común marginado.
Sin
ningún desdén se pondera el nacimiento en la zona oriente de un Centro
Cultural, que tarde, pero llegó para una zona más que necesitada de un
inspirador de ilusiones. La parte más poblada del estado de México tuvo que
esperar hasta la segunda década del siglo XXI para ver realizado realmente un
sueño. Ahí está, es un proyecto de prestación de servicios (PPS), que deseamos
fervientemente no vaya a caer en la falta de compromiso y mantenimiento que
existe en las no pocas autopistas concesionadas a empresas sin talante
mexiquense.
Ya
enclavados en el oriente, el nopal de la zona no sólo pide sino reclama la
actuación del gobierno estatal para invertir en una fuente de empleo e
internacionalización a la vista de todos. Un secretario del anterior gabinete
como Arturo Osornio, empecinado en su anquilosado esquema mental, saboteó a los
productores de la zona sin que a la fecha se sepa de algún esquema de
desarrollo. Jóvenes emprendedores desean no sólo ser escuchados sino impulsados para una realidad sustentable que
los aleje del frustrante camino de buscar la frontera norte. Ahí precisamente
cabe la oportunidad para pensar y trabajar en grande, haciéndole los honores al
nopal para no ser ídem. CAMBIO…y fuera.