(De cómo en esta sociedad, hay que apechugar cada quien sus muertos)
Al cumplirse un mes del homicidio de Guillermo Fernández, sólo especulaciones dolosas, dementes y pendejas a dejado la indolencia, indiferencia ineptitud de las autoridades del Estado de México, pasando desde su dirigente Eruviel Ávila, hasta el agente del ministerio público encargado de llevar las indagaciones. Ayer escuchaba al C. Procurador del Estado Castillo Cervantes, salir a dar una conferencia de prensa, por motivo del asesinato de 4 personas a consecuencia de ejecuciones del narcotráfico en esta ciudad, (dónde antes todo era paz y tranquilidad). Pensé para mi adentros, que sí tal vez el crimen en contra del Maestrín hubiese sido más encarnizado y cruel habría despertado más interés por parte de la población y autoridades.
Pero ¿qué más jodida forma de ser muerto?, la del vate amigo mío, ¿qué hay en los tipos de asesinatos que se cometen a diario para despertar en la sociedad, el repudio, la indignación y hasta el horror? ¿O qué? la misma gente no comprende que si ya algún ciudadano le ha tocado, el o los siguientes podemos ser cualquiera. Estos crímenes que ocurren en nuestros tiempos, ya requieren de una preocupación y participación de todos en conjunto, pues por un lado la incompetencia de las autoridades, tanto en administrar justicia, así como de resolver conflictos sociales están más que rebasadas, de ahí que –por otro lado– la barbarie de algunas comunidades sucedan en linchamientos o toma de justicia por sus propias manos y/o ajuste de cuentas entre familias.
Cuando debiesen existir compromisos más que morales, compro- misos humanos, los cuales harían nacer en la sociedad y gobierno, la procuración de la integridad y seguridad de todos. Después del pasado trágico 31 de marzo, tengo la visión que Toluca, se convirtió en un sitio hostil y de gran riesgo para cada uno de sus pobladores, pues, si una persona dedicada a labores literarias, humanas, de conocimiento y, siendo una persona amante del ser humano, modesto en su forma de vida, amigo incondicional que respeto siempre a su prójimo, como lo fue Guillermo Fernández en vida, no tuvo la más mínima consideración de su o sus ejecu- tantes, me aterra preguntarme: ¿Quién sí está a salvo en este momento? Porque ni los mismos verdugos del poeta jalisciense, ni los narcos, ni los periodistas, ni las autoridades, ¡ni una mierda pues!, hoy en día están a salvo. Mucho menos la sociedad civil, que con su insignificante existir, no preocupa a nadie. Cada acto en contra de la humani- dad, es un humo caliginoso, pero invisible, que penetra a través de la piel, de la vista, de la respiración, nos produce indolencia por el semejante, haciéndonos inmóviles ante el sufrimiento ajeno, al producir sordera y ceguera ante el horror y muerte que reina en el aire. Nada nos sacude ni nos toca, hasta que realmente nos toca.
Cada quien sus muertos, es la consigna que el sistema ha dejado sentir en todos nosotros, ¡qué cada quien apechugue a sus difuntos!, pues la lucha por el poder y la generación del caos es un imperativo de una supervivencia avara, inhumana y aplanadora, que está en contra de hasta el mismo sistema. El luto es individual, nada colectivo, “quien llore quien tenga que llorar”. La verdad es que no podemos caer en la indolencia ajena, ni permitirla; sería la ultima frontera antes de la degradación como especie. El dolor por la perdida de un ser de ma- nera violenta, es totalmente colectivo; reclamar justicia por un crimen, no obedece nada más a unos cuantos de sus familiares, amigos o circulo social. Es un hecho que atenta contra cualquier ser de conciencia sana y buena voluntad, que ya está hasta la madre de que crímenes de lesa humanidad sigan ocurriendo. Y más cabrón todavía, que esto termine desatando una psicosis individual pero general en la población, ante una serie de crímenes que puedan quedar impunes y sin castigo.
Entonces ese humo ahí revienta adentro nuestro, para hacernos despertar a la pesadilla que vivimos. Todo esto que señalo redunda en un detrimento del sentido humano, que nos va alejando a gran velocidad del progreso social, el mismo que hace naciones y seres superiores. Las autoridades deben ace- lerar el esclarecimiento del asesinato del vate Guillermo, tanto por lo que era en vida y como lo que representa su obra para la humanidad entera a generaciones futuras.
Pues tiempos más violentos se acercan vertiginosos, y si no hay justicia para él, nada habrá que la sociedad pueda esperar de ellas, rompiendo el delgado hilo que los hace aún pender. Los símbolos nunca pueden ser derruidos de la manera en que fue asesinado el poeta; la memoria es un arma peligrosa para todos los que pretenden dirigir los rumbos del gobierno, del cual, la procuración de justicia debiera ser prioridad. Por eso una vez más se exhorta al C. Gobernador Eruviel Avila, a que gire ordenes precisas al C. Procurador General Alfredo Castillo, con el fin de que de a conocer el estado que guardan las investigacio- nes, dándolo a conocer a toda la población. Así mismo, se exige del C. Director del Instituto Mexiquense Edgar Hernández, abandone su tibieza característica y encabece a nombre de la sociedad –general y cultural– del valle de Toluca, una comisión que vigile dichas seudo investiga- ciones y la impartición de justicia en el caso Fernández. Cómo también se le exhorta a promover en el aparato bu- rocrático (que es el IMC), los merecidos homenajes a la figura del Maestrín, los cuales nunca ocurrieron, como él (Guillermo) los gano en vida.
Luz del Alba Velasco, querida amiga y fotógrafa de nivel mundial, insta a través de las redes sociales, que la sociedad civil recabe firmas, para exigir el esclareci- miento del crimen a las autoridades. Yo me uno a esta petición. En otro orden de ideas, agradezco el perdón que me otorga el amigo Juan Carlos Carmona Sandoval, vía facebook por la “hipérbole” utilizada por un servidor, como un sencillo homenaje y reconocimiento al gran Fernández, al final de mis (anterior y futuros) textos en esta sección.
Desde Toluca; la Florencia de México