En el Bicentenario de la Independencia proclamamos que la insurgencia mexicana ha sido traicionada por el Estado del capital y sus sucesivos gobiernos. Pero, la insurgencia no ha terminado. Hoy como ayer seguimos en guerra por nuestra independencia y libertad.
La guerra de independencia no ha terminado
Sensibles a los mexicanos de abajo, los sometidos violentamente por la corona española de la época, y convencidos de la abolición de la esclavitud, Miguel Hidalgo, José María Morelos y Vicente Guerrero, entre otros próceres, decidieron tomar las armas e incendiar a México en una de las grandes insurrección de masas en nuestra historia.
El llamado “descubrimiento” de América y, especialmente, la conquista española sirvieron para extender al capitalismo por todo el mundo, con la ampliación del comercio, la navegación y el saqueo de los recursos naturales, particularmente, minerales de oro y plata.
Los bárbaros españoles, bendecidos por el atraso religioso de los Inquisidores, produjeron la más sangrienta experiencia en nuestra región. La opresión se impuso violentamente. El primitivismo de los conquistadores los llevó a quemar multitud de importantes códices pretendiendo destruir para siempre a nuestra cultura.
No pudieron. Sucesivas protestas y levantamientos fueron ahogados en sangre. Tuvieron que imponer la esclavitud a sangre, fuego y oraciones. Trescientos años duró la
opresión. Al final, en el contexto de la lucha de clases, el pueblo mexicano insurgente tiró a la corona, la independencia fue proclamada y la esclavitud abolida.
Este proceso independentista se extendió por América y en otras partes del continente se logró la anhelada liberación respecto de la corona española.
¡Abajo el imperialismo y su gobierno!
La historia siguió su curso en los diversos países de América, a veces con algunos avances y, generalmente, con retrocesos. Hoy, muchas cosas han cambiado pero, esencialmente, vivimos en la esclavitud sometidos al capital en su fase imperialista.
Hoy la opresión es tan brutal como hace doscientos años y, en muchos aspectos, estamos peor. El saqueo de recursos naturales continúa impunemente, incluyendo a los minerales, hidrocarburos, agua, viento, tierra y mar. El trabajo asalariado y no asalariado se asemeja cada vez más al trabajo esclavo o semiesclavo.
Más aún, nuestras libertades individuales y colectivas se reducen cada vez. Lo que domina es el capital transnacional y, en tal virtud, la opresión económica, política, social y cultural.
En México vivimos la dependencia respecto de las corporaciones imperialistas. La política seguida por los gobiernos neoliberales es igual o peor que la de los realistas al servicio de la corona española.
Este 15 de septiembre, al igual que la fiesta porfiriana del Centenario, es de pirotecnia. Por la televisión, el virrey (sic) dará “el Grito” desde el Balcón de Palacio Nacional. Viven en un mundo de ficción. El pueblo de México vitoreará a sus héroes, en todo el país y parte del extranjero, pero la gran mayoría no estaremos con los súbditos de las transnacionales españolas, sino con el pueblo de abajo.
Aparentemente no pasa nada, pareciera que solamente falta el Baile del Bicentenario. Abajo, muchos pensamos en un baile pero contra el Estado y su gobierno al grito con que Hidalgo llamó a los mexicanos aquel 16 de septiembre de 1810: ¡Muera el mal gobierno!
¡Viva la insurgencia de los mexicanos!
La lucha de clases no ha terminado, la guerra de independencia tampoco. Somos parte de la insurgencia obrera y de las mejores tradiciones del pueblo de México. Hoy, la mayoría estamos sometidos por la violencia del Estado, carentes de organización social estructurada, sin política y sin programa. Pero, en difíciles circunstancias, habemos también mexicanos (as) dispuestos a retomar la antorcha de la libertad. Hoy nos pueden vencer, mañana también pero, más adelante, venceremos.
La libertad, como una de las grandes causas de la humanidad, no es una abstracción sino una necesidad y, por ser necesaria, se hará. Los mexicanos organizados y movilizados lograremos la independencia y la libertad, junto a los demás pueblos de América y del mundo.
Frente de Trabajadores de la Energía