La dinámica Comunitaria ZAPATISTA


Los zapatistas o neozapatistas a lo largo de su trayectoria de lucha han expresado una propuesta de proyecto político caracterizada por sus contenidos anticapitalistas, descolonizadores de la protesta social y, en general, con una posición antisistémica. 

Especial 
O.Avíla Rojas
fotografía: Belasko

Este proyecto difícilmente puede entenderse si no se explican sus prácticas políticas y el “funcionamiento básico de su organización comunitaria”, el cual se desarrolla en cada uno de los cinco Caracoles (Madre de los Caracoles del Mar de Nuestros Sueños; Torbellino de Nuestras Palabras; Resistencia Hacia un Nuevo Amanecer; Caracol que Habla para Todos y Resistencia y Rebeldía para la Humanidad).
Pocos son los estudios sobre el zapatismo que tienen como preocupación central explicar las prácticas y dinámicas que hacen funcionar la experiencia de su ejercicio democrático en términos de reflexión teórica política.
Si se toma como referencia el levantamiento de 1994, para ubicar el nacimiento de la propuesta democrática zapatista, entonces puede decirse que, a partir de ese año hasta la fecha, han surgido en América Latina y el resto del planeta Tierra una importante cantidad de trabajos, escritos e investigaciones sobre el concepto y el proyecto político de la democracia de los rebeldes del sureste chiapaneco.


Explicar y analizar la dinámica comunitaria zapatista con base en las siguientes preguntas: ¿cómo se desarrolla su dinámica democrática?, ¿qué tipos de prác- ticas sustentan y hacen posible la forma de hacer política de los zapatistas?, ¿cuáles son los pisos organizativos de las autoridades rebeldes?, y, por último, ¿cuál es el alcance práctico y el horizonte del mandar-obedeciendo en la actualidad? 


Las anteriores preguntas se sintetizan en este texto en tres ejes: 1) con base en la interacción entre sus pisos organizativos de autoridad; 2) las prác- ticas y los mecanismos representativos en cada rincón de lo comunitario; y, posteriormente, 3) las conclusiones: los restos de la materialización de la democracia zapatista.

1. Con base en la interacción entre
sus pisos organizativos de autoridad


En el “... territorio zapatista, la organización política y administrativa del gobierno autónomo está compuesta por tres conjuntos de autoridades que ejercen sus funciones en sus respectivos niveles de gobierno –comunidad, municipio y zona, sin que esto quiera decir que haya límites o fronteras territoriales absolutos entre uno y otro ámbito”, según identifica Paulina Fernández Christlieb (2010) en su trabajo en el interior comunitario. 

Confirma este dato el Teniente Insurgente Moisés en la “Digna Rabia”, al explicar que estos niveles gubernamentales también son colectivos democráticos: “... las Bases de Apoyo Zapatista o Pueblo; los Municipios Autónomos Rebeldes o marez; y las Juntas del Buen Gobierno” (Teniente Insurgente Moisés, 2006). A esto debe agregarse otro piso político y social: los Caracoles.
De tal manera, en total cuatro son las entidades que hacen funcionar la relación entre quienes mandan obedeciendo y el resto que obedece mandando. Marcos (Subcomandante Insurgente) pregunta a Moisés (Teniente Insurgente): 


¿Cómo está organizado el Ejército Zapatista?. Este le responde lo siguiente:

“Primero están pues nuestros compañeros y compañeras de los pueblos que son las bases de apoyo. Y de ahí es, ahí democráticamente, pues, eli- gen un responsable local, que es quien controla pues la comunidades, o sea cada pueblo tiene sus responsables locales, tanto hombres y mujeres. 


De ahí [...] esos compas que fueron elegidos [como] sus responsables locales [de] cada pueblo buscan otro responsable que le llamamos re- gional, o sea quien controla ya ahora sí varios pueblos. De ahí [...] sale así los compañeros que son los comandantes y comandantas que son los que controlan varias regiones. 

Pero su trabajo pues los compañeros [de los] comités, los comandantes y comandantas, prácticamente son los que controlan toda la zona, las cinco zonas que hay, que es Garrucha, Realidad, Morelia, Oventic, Roberto Barrios, entonces así como está eso son ellos los que controlan todo, cada zona, cada quien con sus comités, los comandantes y comandantas.

 Además de ahí eso, los compañeros [de los] comités, comandantes y comandantas, lo que hacen entonces es que tienen que ver ya un suplente de ellos, para que entonces, como en este caso que estamos hablando de nuestros compañeros caídos, ya hay quien sustituye. Antes de eso entonces hay un candidato, que son los que empiezan y eso a ver si pasan, pues, a ser suplentes...”. (Subcomandante Insurgente Marcos y Teniente Insurgente Moisés, 2011, p. 4) ".




Las autoridades correspondientes a las Bases de Apoyo se conforman por cientos de colectivos, los cuales a su vez son integrados por las familias tra- bajadoras y productoras de los recursos de subsistencia que, al mismo tiem- po, son la manutención material de la resistencia zapatista. No significa que los representantes en el resto de los niveles organizativos de la política no participen en el proceso; al contrario, su labor en la milpa, en la recolección de cosecha, en la elaboración de tejidos y, en general, la ayuda constante que prestan son formas de participar colectivamente en su comunidad. Es sobre la base de esta participación que son elegidos por la colectividad para acceder a cargos representativos.
Al fin de cuentas, los cientos de colectivos son quienes activan la dinámica para exigir la obediencia del mando por parte de los otros niveles de autoridades zapatistas, porque son planificadores y evaluadores de los proyectos a desarrollar en las regiones. Pueden verse como un tipo de regulador de la politización desde lo social con prácticas cotidianas.
Cada autoridad es pueblo, al igual que debe reproducir esos saberes indígenas y prácticas que permiten la conservación comunitaria con respecto a la naturaleza. 


“Cuando una sociedad elige una tecnología, no solo decide un conjunto de procedimientos y artefactos, responde también una serie de preguntas importantes respecto a su proyecto existencial: ¿qué problemas les parecen más urgentes que deben ser atendidos?, ¿a qué parte de la colectividad desea favorecer?, ¿cómo será el orden social?, ¿qué tipo de relación se establecerá con el medio ambiente?, ¿qué tipo de consenso se producirá?, ¿cuáles son sus valores y principios importantes?, y, desde luego, ¿puede haber la capacidad de construir un proyecto político que sea común para todos los integrantes que viven en esa sociedad especifica?”. (Equipo Enlace, 2004, p. 3) 


Debe recordarse que la forma de gobierno por la que han optado los zapatistas no plantea un funcionamiento profesional del mando en términos del liberalismo moderno. Al contrario, quienes ocupan los cargos lo hacen de manera gratuita y, además, sujetos al trabajo comunitario, al igual que la supervisión cotidiana de las bases colectivas está presente, para ser la voz y el eco de la reciprocidad entre representación y participación. Además, ningún miembro de la comunidad está exento, o debe estarlo, de la responsabilidad de asumir un cargo político en el transcurso de su vida. Esta situación es reproducida en cada una de las jbg, con su respectivo nombre, las cuales son:

“La Junta de Buen Gobierno Selva Fronteriza (que abarca desde Marqués de Comillas, la región de Montes Azules, y todos los municipios fronterizos con Guatemala hasta Tapachula), se llama Hacia la Esperanza, y agrupa a los municipios autónomos de General Emiliano Zapata, San Pedro de Michoacán, Libertad de los Pueblos Mayas, Tierra y Libertad; La Junta de Buen Gobierno Tzots Choj (que abarca parte de los territorios donde se encuentran los municipios gubernamentales de Ocosingo, Altamirano, Chanal, Oxchuc, Huixtán, Chilón, Teopisca, Amatenango del Valle) se llama Corazón del Arcoíris de la Esperanza (en lengua: Yot’an te xojobil yu’un te sma- liyel) y agrupa a los municipios autónomos de 17 de Noviembre, Primero de Enero, Ernesto Che Guevara, Olga Isabel, Lucio Cabañas, Miguel Hidalgo, Vicente Guerrero; La Junta de Buen Gobierno Selva Tzeltal (que abarca parte de los territorios donde se encuentra el municipio gubernamental de Ocosingo), se llama El Camino del Futuro (en lengua: Te s’belal lixambael) y agrupa a los municipios autónomos de Francisco Gómez, San Manuel, Francisco Villa, y Ricardo Flores Magón; La Junta de Buen Gobierno Zona Norte de Chiapas (que abarca parte de los territorios en donde se encuentran los municipios gubernamentales del norte de Chiapas, desde Palenque hasta Amatán), se llama Nueva Semilla Que Va a Producir (en tzeltal: Yach’il ts’ unibil te yax bat’p’oluc; y en chol: Tsi Jiba Pakabal Micajel Polel) y agrupa a los municipios autónomos de Vicente Guerrero, Del Trabajo, La Montaña, San José en Rebeldía, La Paz, Benito Juárez, Francisco Villa, y, por último; La Junta de Buen Gobierno Altos de Chiapas (que abarca parte de los territorios donde se encuentran los municipios gubernamentales de los Altos de Chiapas y se extiende hasta Chiapa de Corzo, Tuxtla Gutiérrez, Berriozábal Ocozocoautla y Cintalapa), se llama Corazón Céntrico de los Zapatistas Delante del Mundo (en lengua: Ta olol yoon zapatista tas tuk’il sat yelob sjunul balumil), y agrupa a los municipios autónomos de San Andrés Sakamchén de los Pobres, San Juan de la Libertad, San Pedro Polhó, Santa Catarina, Magdalena de la Paz, 16 de Febrero, y San Juan Apóstol Cancuc”.
(Subcomandante Insurgente Marcos, 2003) 



Las prácticas y los mecanismos representativos en cada rincón de lo comunitario
Desde los cientos de familias que conforman cada uno de los niveles organizativos, hasta los diferentes cargos y rincones decisorios en los que los sujetos zapatistas participan de manera constante, puede observarse una serie de prácticas sociopolíticas que le imprime a las comunidades del sureste rebelde chiapaneco una condición democratizadora a su autodeterminación. 
Tal reproducción de praxis política tiene su fundamento en la concreción de valores éticos y de conectar la idea de cooperación solidaria con la de participación; por lo tanto, el asambleísmo, el consenso, la distribución equitativa de responsabilidades, la rotatividad y alternancia de autoridades y el trabajo colectivo son los rasgos que hacen funcionar la dinámica en la estructuración de la politización del zapatismo. 
El asambleísmo zapatista puede leerse como “... forma de diálogo. Habla la autoridad para anunciar la razón de la reunión. Puede ini- ciar su anuncio, ‘oj kal awab `yex chab` ́oxe kúmal’, les voy a decir, ustedes escucharán algunas palabras. Siguen las palabras que explican la razón de la asamblea. Al haberlas escuchado, responde la comunidad” (Lenkersdorf, 2008, p. 75). 
Si bien esta práctica puede rastrearse siglos atrás con el modelo ateniense, en la realidad del sureste chiapaneco por parte de los rebeldes herederos de Votán-Zapata, se recodifica en clave amerindia como una actividad deliberativa que permite discutir los asuntos que involucran a la totalidad social en la toma decisoria. Solo que, a diferencia de los atenienses clásicos, estos han extendido la asamblea a cada rincón, sin excluir a ningún habitante de la comunidad de la participación política en ella. 


La democratización a la que apuestan los zapatistas, precisamente, es una que tenga la capacidad de articular las subalternidades indígenas con la base social condensada en el mestizaje, para así poder discutir un proyecto nacional de creación de una organización política en el más amplio sentido del concepto, que consiga trascender los límites del núcleo dominante. 
En conclusión, vale la pena reflexionar sobre si todavía y hasta dónde los zapatistas pueden constituirse como una fuerza política efectiva en la re- definición de las relaciones estatales, al entender que el Estado moderno no es un objeto, ni tampoco se reduce al aparato de coerción, sino que, más bien, es mucho más complejo porque, de acuerdo con Carlos Marx, además de ser la organización de las clases dominantes, también es un campo de disputa por el poder político en el que se enfrentan las múltiples voluntades de los sujetos, opuestas y distintas entre sí.