Un joven irrumpió en la entrega del Premio Nobel de la Paz, que este día fue otorgado a Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi, con una bandera de México manchada de color rojo y dijo a la adolescente paquistaní no se “olvidase a México”. “Hemos tenido un incidente no deseado en relación con la entrega del premio, protagonizado por una persona que está bajo nuestra custodia.
La situación está controlada y la policía está comprobando ahora las circunstancias relativas al caso”, consta en un breve comunicado de las autoridades noruegas. Según el canal noruego TV2, el joven, que llevaba una cámara al cuello y quien se especula entró al evento acreditado como periodista, logró acercarse al estrado con la bandera mexicana después de que los premiados recogieran su medalla y su diploma. Cuando se dirigió a Malala le pidió que no “olvidase a México”. Ese hecho y el que la bandera llevase una mancha roja en medio que parecía emular sangre, además de algunos mensajes aparecidos en la red social Twitter, hacen que TV2 especule con que el acto pudiera estar conectado con el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en la ciudad mexicana de Iguala hace meses. En el audio original de la entrega del premio, el cual ya circula en las redes sociales, se escucha que el mexicano le dice a la ganadora del Nobel: “Please, Malala [...] Mexico”.
En tanto, el diario español El Mundo, reportó que el espontáneo gritó, “presumiblemente a favor de la justicia por los 43 estudiantes de magisterio asesinados en el estado mexicano de Guerrero”, resultó prácticamente inaudible. Se informó que la confusión sólo duró unos segundos cuando rápidamente un miembro del equipo de seguridad arrastró al chico, cuya identidad se desconoce, pero de acuerdo con el diario español ha estado con la prensa siguiendo a los premiados que desde ayer cumplen su agenda en Noruega. “La persona fue detenida. Se llevó a cabo un control y la Policía trabaja verificando los hechos”, informaron las autoridades de Oslo en un comunicado de prensa.
La adolescente paquistaní Malala Yousafzai y el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el indio Kailash Satyarthi (c-d), seguidos por miembros del Comité del Premio Nobel, a su llegada hoy a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz en el Ayuntamiento de Oslo. Foto: EFE. Este día, la adolescente paquistaní Malala Yousafzai y el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el indio Kailash Satyarthi, reclamaron hoy al recibir el Nobel de la Paz en Oslo el acceso a la educación para todos los niños. “¿Por qué los países que llamamos fuertes son tan poderosos creando guerras pero tan débiles para traer la paz? ¿Por qué dar armas es tan sencillo, pero dar libros tan duro? ¿Por qué construir tanques es tan fácil, pero construir edificios tan difícil?”, se preguntó Malala en la ceremonia celebrada en el ayuntamiento de Oslo. Satyarthi criticó por su parte en su discurso la cultura del “silencio” y de la “pasividad” y defendió globalizar la “compasión transformadora” para impulsar otra marcha mundial contra la explotación, la pobreza y la esclavitud infantil. “Rechazo aceptar que el mundo sea tan pobre cuando sólo una semana del gasto global en armas es suficiente para llevar a todos los niños a las aulas”, afirmó Satyarthi. Y aunque elogió el progreso en las últimas décadas al reducir en un tercio la mano de obra infantil y a la mitad la cifra de niños no escolarizados, defendió acciones colectivas urgentes y pidió invertir en educación a los gobiernos, y a las empresas, más responsabilidad. “¿De quién son los niños que cosen pelotas sin haber jugado con ninguna? Son nuestros niños. ¿De quién son los niños que extraen piedras y minerales? Son nuestros niños. ¿De quién son los niños que cosechan cacao sin haber probado el sabor del chocolate? Todos son nuestros niños”, afirmó en su discurso. Malala tuvo muy presente la educación, “una de las bendiciones de la vida” pero también “una de sus necesidades”, y dedicó buena parte de sus palabras al tiroteo que sufrió hace dos años por los talibanes en Pakistán por defender la educación femenina. “Tenía dos opciones, una era quedarme en silencio y esperar a que me mataran. La otra era hablar y luego que me mataran. Elegí la segunda”, dijo la joven, que a sus 17 años es la ganadora más joven en la historia del Nobel de la Paz.
Su historia no es única, sino la de “muchas chicas”, dijo Malala, dirigiéndose a cinco amigas invitadas por ella a la ceremonia, incluidas dos jóvenes que también sobrevivieron al mismo tiroteo. “No soy una voz solitaria, soy muchas. Soy Shazia, soy Kainat Riaz, soy Kainat Somro, soy Mezon, soy Amina. Soy 66 millones de chicas que están fuera de las escuelas”, dijo en un discurso, en el que citó el Corán y recordó a Martin Luther King y a Nelson Mandela. A ayudar a construir escuelas a través de su fundación, sobre todo en su región natal del valle del Swat, destinará su parte del premio en metálico, dotado con 8 millones de coronas suecas (879.000 euros, 1,1 millones de dólares) a dividir en partes iguales. El atentado me ha hecho “más fuerte”, aseguró Malala, prometiendo luchar hasta que cada niño vaya a la escuela y convencida de que nadie puede pararla, “o pararnos, porque ahora somos millones”. La sintonía entre los dos galardonados es una muestra de que una paquistaní y un indio “pueden estar unidos en paz y trabajar juntos por los derechos de los niños”, destacó la joven, al igual que hizo en su discurso el líder del Comité Nobel noruego, Thorbjørn Jagland. Satyarthi ha liberado de la explotación a más de 80.000 niños, mientras que el coraje de Malala “es casi indescriptible”, afirmó. “Una joven y un hombre más viejo, una de Pakistán y el otro de la India, una musulmana y el otro hindú; símbolos de lo que necesita el mundo: más unidad. ¡Fraternidad entre las naciones!”, dijo Jagland en una ceremonia presidida por la familia real noruega.
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