Parte del Reportaje en Campo de Refugiados en Siria.
R/F Luz del Alba Belasko
Junio 2014
Haifa 1948… Miles de palestinos huyen de los bombardeos que asolan al país durante el primer conflicto árabe israelí… Muchos de ellos se irán exiliados a Siria tras la creación del Estado de Israel…
65 años después sus nietos también se han visto obligados al exilio.
Desde el principio de la guerra en Siria, 85.000 palestinos de Siria se han desplazado al Líbano, muchos de ellos viven en campos de refugiados en Beirut… Bienvenidos a Chatila.
En este barrio y en el cercano campo de refugiados de Sabra tuvo lugar una matanza de refugiados palestinos en 1982, por una milicia cristiana durante la Guerra del Líbano.
Sawsan, madre de tres hijos, es una refugiada siria que decidió dejar Homs, su ciudad natal.
“Mi marido vino primero al Líbano para trabajar. No hay actividad económica alguna en Siria. No queda nada en el país. A pesar de las difíciles condiciones a las que nos tuvimos que enfrentar aquí, no nos quedaba más remedio.”.
Los abuelos de Sawsan eran de Haifa y de Jaffa; dos ciudades que forman parte hoy día del Estado de Israel.
La mitad de la familia se estableció en el Líbano, y la otra mitad en Siria. A ella le gustaría regresar a Homs cuando cese la guerra.
“En mi opinión, cuando la situación de Siria mejore, nuestra situación mejorará también. Nuestro futuro está allí. Queremos un futuro mejor para nuestros hijos.”
“Yo quiero a Siria y a Palestina.”
Los refugiados como Sawsan viven gracias a la ayuda de la ONU, que organiza los servicios de vivienda y salud.
El gobierno libanés impone fuertes restricciones a los palestinos, y les impide hasta 20 profesiones, como explica Mahmoud Abbas, director de un centro para los jóvenes en Chatila.
“El gobierno libanés priva a los palestinos del derecho a trabajar, a crear asociaciones y a la libertad de circulación fuera de los campos de refugiados del Líbano. Los palestinos no tienen derecho a vivir en una casa fuera de los campos de refugiados. Es una tragedia para los palestinos”.
El campo de refugiados de Chatila se creó en 1948 para 3.000 personas. Ahora viven ahí 16.000, dentro de un kilómetro cuadrado. Y el sistema de agua y electricidad no funciona bien. El director de este centro en Chatila pide ayuda a la comunidad internacional.
“Las condiciones de estas viviendas no son buenas ni para las ratas, ni para animales. Basta con dar una vuelta por el campo para darse cuenta de que estas condiciones no son aceptables para seres humanos. La Organización de Naciones Unidas se lamenta de no disponer de suficientes fondos para apoyar a los refugiados palestinos, sin embargo tienen fondos para armamento, pueden financiar a quienes luchan en la frontera con Siria y tienen dinero para los campos de refugiados de Bekaa y de Akkar. Sin embargo, no pueden financiar un alojamiento digno a estos pobres refugiados”.
El gobierno libanés estima que hay más de un millón de refugiados de Siria en el Líbano. Y Beirut dice no poder aceptar más refugiados.
Abu Yamen, con cincuenta y pico años de edad y padre de seis hijos, hizo ese viaje hace casi un año.
Y recuerda el día en que dejó Damasco.
“Decidí irme porque era insoportable para mis hijos. tres de ellos estudian en la Universidad. Sufrimos muchos bombardeos todos los días. Nos fuimos prácticamente con lo puesto. Alquilamos un coche y nos marchamos.”
“Nadie nos ayuda aquí. Pago unos 180 euros de alquiler. No tengo trabajo aunque he tratado de encontrar. He ido a diferentes regiones del Líbano, pero no he encontrado nada, ni siquiera como chófer. Mis hijos tampoco pueden trabajar. Así que estamos a la espera de ayudas asociativas, obras de caridad y de la Unión Europea, pero de momento no recibimos nada.”
Los padres de Abu Yamen eran de Kiryat Shemona, la Ciudad de los Ocho, en el norte de Israel. Y él no ve ningún futuro en Siria.
“La situación es un desastre. Nos gustaría volver a Palestina, ¡mañana mismo! Queremos volver a Palestina, porque… ¡allí teníamos una tierra!”