Herencia y actualidad de Emiliano Zapata, a 93 años de su asesinato

Cuando el General Zapata es acribillado el 10 de abril de 1919 el movimiento zapatista chiapaneco se desmoralizó y se vino a pique. Un año despues Cal y Mayor negoció con el general Álvaro Obregón para que el gobierno federal le comprará la finca San Nicolás a sus papás y ahi fundadara la primera colonia con sus soldados zapatistas.



 
Herencia y actualidad de Emiliano Zapata, a 93 años de su asesinato






La siguiente serie incluye una entrevista con Edgar Zapata, bisnieto del Caudillo del Sur, un ensayo sobre los saberes campesinos y un reportaje con testimonios de indígenas que reivindican la lucha de Zapata en diferentes partes de México.

por Francisco Pineda, Marcela Salas Cassani, Joana Moncau, Spensy Pimetel , Sergio Castro Bibriesca, Gloria Muñoz Ramírez.

A 93 años del asesinato del General
 
El bisnieto de Emiliano Zapata señala que hay que rescatar y actualizar el Plan de Ayala
A 93 años del asesinato a traición de su bisabuelo (10 de abril de 1919), Edgar Zapata explica que detrás de la imagen del General ―hay unos ideales que no se han cumplido‖. Desgraciadamente, lamenta ―estamos peor que hace cien años".

Joana Moncau, Spensy Pimentel y Gloria Muñoz Foto: Sergio Adrián Bibriesca






Ciudad de México. Los ojos no dejan lugar a dudas. Es un Zapata. Edgar es quizás uno de los herederos más parecidos físicamente al dirigente revolucionario. La mirada, el mentón, la frente, la complexión, la postura, y un bigote recortado al modo del General Emiliano Zapata, alimentan un parentesco del que se siente orgulloso y, sobre todo, responsable. ―Ser un Zapata es toda una responsabilidad política y social, pero si se tienen un proyecto y un objetivo claros, se pueden sortear las adversidades‖, dice.
Nieto de Mateo Emiliano Zapata Pérez, último hijo del General, Edgar Zapata opina que la revolución que inició su bisabuelo ―esta inconclusa‖. La consigna de millones de mexicanos que gritan "Zapata vive. La lucha sigue!", dice el joven heredero no sólo del apellido, sino de los ideales del Caudillo del Sur, ―es para decirle al gobierno que el coraje y la dignidad están presentes".
Cien años después del movimiento agrario que encabezó su bisabuelo, Edgar Zapata advierte que en el contexto marcado por la guerra contra el narcotráfico, la fuerte migración y la decadencia del Estado político mexicano, ―la apuesta está en la
fuerza de la sociedad civil organizada.


Entrevistado en el espacio de Desinformémonos, en compañía de otros dos integrantes de la Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución, organización que preside y que tiene como principal objetivo ―rescatar y actualizar lo que fue la esencia de la lucha política de Emiliano Zapata‖, Edgar identifica el principal legado en el Plan de Ayala, cuyo centenario se cumple el próximo 28 de noviembre.
A 92 años del asesinato a traición de su bisabuelo (10 de abril de 1919), explica que detrás de la imagen del general ―hay unos ideales que no se han cumplido‖. Desgraciadamente, lamenta ―estamos peor que hace cien años".

¿Qué es lo que quería Zapata? ―La total autonomía de los municipios -responde- y esa es una de sus principales aportaciones del zapatismo‖. Y es también, sin duda, una de las mayores semejanzas con los neozapatistas de Chiapas, que se oponen al poder central: ―El zapatismo y el neozapatismo son dos movimientos iguales, nacieron por la misma ideología y se sustentan en el mismo espíritu‖, dice.
 
A continuación la entrevista completa.
 
La Lucha por la Tierra (y no por el ejido)
 
Lo fundamental de la lucha emprendida por General Emiliano Zapata, de 1910 a 1919, fue la tenencia de la tierra. Esa lucha influyó en la Carta Magna de 1917, que promulgó el presidente Venustiano Carranza, específicamente en el artículo 27 Constitucional, que generó la formación de los ejidos. Pero el General Zapata no estaba de acuerdo con ese artículo. Lo que él quería era que el campesino tuviera la posesión total de la tierra comunal. El General nunca propuso la formación de los ejidos, que fueron implementados por el presidente Lázaro Cárdenas en los años 30s.

La lucha de los zapatistas de 1911 se ha modificado o, mejor dicho, los gobiernos la han ido moldeando durante la época post revolucionaria. Tomaron la imagen del General Zapata después de su muerte y, según la interpretación que le dio Álvaro Obregón y los sucesivos presidentes de México, se moldeó una imagen del ideal de Zapata: tener el ejido para el campesino.

Desgraciadamente, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari se elaboró y
publicó en 1992 una reforma al artículo 27. En ese tiempo aún vivía mi abuelo, Mateo Emiliano Zapata Pérez, el último hijo de Zapata. Él fue fundador del Movimiento Nacional Plan de Ayala, uno de los movimientos que influyó en el total desconocimiento del artículo 27. El presidente Salinas lo llamó para que aceptara los acuerdos para la reforma de dicho artículo, diciendo que habría total justicia para los pueblos campesinos y que éstos serían los dueños de la tierra, pero que competirían con los mercados de Canadá, Estados Unidos y México.

Desde un principio mi abuelo aceptó dicha reforma, pues él quería, como su padre, el apoyo para la tenencia y regularización de las tierras. Pero luego se dio cuenta que habían sido totalmente engañados porque de esa reforma al artículo 27 se derivó después el Tratado de Libre Comercio, y para el campo mexicano nunca hubo ningún apoyo.
El campesinado mexicano ha sido siempre manipulado, ha sido clientela política para los gobiernos. Suena muy fuerte lo que comento, pero yo lo viví con mi abuelo Mateo. Por eso la lucha que el General Emiliano Zapata emprendió sigue inconclusa.

La privatización de los ejidos
A pesar de que su lucha dio vida al famoso artículo 27 constitucional y muerte al General Zapata, a los campesinos nunca se les ha hecho justicia.
Actualmente lo estamos viviendo en el estado de Morelos (cuna del general Zapata). Hay peleas muy fuertes entre los ejidatarios y los fraccionadores. La importancia de mantener las tierras comunales radica en que éstas son de los pueblos en su totalidad, pero desgraciadamente hay invasiones a los terrenos comunales. Esas tierras fueron propiedad de los ancestros de los campesinos. Si se borra la propiedad comunal se borra la propia historia de los pueblos.

La migración de los campesinos....incluyendo a los herederos de Zapata

El olvido al campesino provoca la migración. Es muy impactante tener en cuenta las cifras tan elevadas de migración que se registran actualmente y el problema que se aprecia es el total desinterés que tiene el gobierno. Se enaltece mucho la figura del General Zapata, pero creo que sería mejor reflejar esa admiración en mayores apoyos para el sector al que el General de dedicó su vida.

Sin el apoyo del gobierno para poder sostener a sus familias en el campo, los campesinos venden sus tierras, y cuando se termina el poco beneficio que obtienen por la venta, ya no tienen una red en su comunidad, viene el desempleo y emigran hacia el norte o hacia las ciudades.

Como comentaba mi abuelo Mateo Zapata en los años 90: "¿Por qué el gobierno no pone empeño para impulsar al campo mexicano, si es como la cocina de la ciudad? Y si desatendemos a la cocina, vamos a depender de lo extranjero, una total dependencia alimentaria". Es lo que estamos viviendo actualmente. Ahora, ¿qué es lo que nos venden? El maíz transgénico, siendo que el maíz es originario de la nación mesoamericana.
México es muy dependiente de Estado Unidos por la influencia económica, política y social. Hay comunidades enteras que emigran hacia allá y dependemos de las remesas que envían. El propio gobierno central es dependiente.    La    mentalidad    de    nuestros representantes políticos no cambia y no hay ninguna iniciativa hacia el sector social para impulsar lo que queremos como pueblo, como gente, una vida digna con salarios bien remunerados. Pero, como lo demostró el mismo General Zapata, peor es si no alzamos la voz.

La mayoría de los integrantes de la familia Zapata ha emigrado a Estados Unidos. A la mayoría de ellos les pesa estar allá; algunos dicen, "me fui de mojado, y ¿qué es lo que tenemos?". Otros nos quedamos aquí y tenemos que sobreponernos con preparación profesional; otros son obreros. También hay un sector de la familia que es utilizado por la política, hay de todo.

Ser un Zapata es toda una responsabilidad política y social, pero si se tienen un proyecto y un objetivo claros, se pueden sortear las adversidades. Desde el 2009, otros compañeros y yo estamos conformando la Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución, una forma no armada de contraponerse a las consecuencias políticas que ahora vivimos.

La verdadera herencia de Zapata: el Plan de Ayala y no su imagen
 
La herencia política de Zapata es el Plan de Ayala. Es la bandera política agraria del General la que le dio sentido social a los gobiernos que se asentaron después de su muerte. Pero, desgraciadamente, se desdibujó mucho o se interpretó mal su lucha.
Los gobiernos no hicieron caso a la esencia de su ideal, nada más rescataron una imagen. Enaltecieron más la iconografía del General que sus ideales, para convertir en clientela política a los campesinos y a los indígenas, al sector juvenil y a la sociedad en general.
Vemos muy bonitas las fotos del General y llama mucha la atención su porte. Pero detrás de esa imagen hay unos ideales que no se han cumplido y, desgraciadamente, estamos peor que hace cien años.

Es el pueblo quien tiene la obligación moral e histórica de defender los artículos de ese documento. En su artículo octavo, por ejemplo, dice que todos los recursos naturales, campo, ríos, bosques, agua, son totalmente del pueblo, para que éste defienda lo que centenariamente le ha pertenecido. Pero desgraciadamente hay muchas concesiones a empresas extranjeras que están contaminando las aguas, los ríos, extrayendo los minerales. La realidad que vivimos no es lo quería el General Zapata. Por ello es muy importante rescatar y actualizar el Plan de Ayala en este 2011, pues se cumplen cien años de su formulación el próximo 28 de noviembre.

Los verdaderos herederos de Zapata
Los verdaderos herederos del legado de Zapata son los campesinos, los indígenas y todos los grupos que luchan por un beneficio social. Ellos son los verdaderos herederos del legado de su lucha, no los partidos políticos ni la clase política. Si Zapata viviera actualmente, estaría con nosotros: en Chiapas, en Morelos, con las clases más pobres, con los campesinos, indígenas, obreros. La revolución que empezó el General está inconclusa. Al gritar ―¡Zapata vive, la lucha sigue!‖, estamos diciendo al gobierno que el coraje y la dignidad están presentes.

La tierra y la guerra contra el narcotráfico
Me pregunto ¿qué es lo que paso con tanta energía y con toda la dignidad con la que encabezó Emiliano Zapata la primera revolución que tuvimos en México, en 1910?
Hay un gran contraste. Por ejemplo, en Morelos hace 100 años los campesinos, junto con los hacendados, producían la caña de azúcar. Después ya no querían sembrar caña, querían sembrar maíz y por eso se dio la revolución en el centro y sur de México. Actualmente en Morelos ya no es sustentable sembrar los granos básicos, sino mariguana, por el precio que el sector del narcotráfico paga al campesino.
Actualmente no hay campo, sino migración y narcotráfico. ¿Quién iba a pensar que a 100 años de la Revolución Mexicana, donde se peleó por los derechos sociales, se están dando nuevamente enfrentamientos que están costando muchas vidas?

La lucha es de la sociedad civil
 
El cambio del país, que en 1910 fue promovido por campesinos e indígenas, actualmente está en manos de la sociedad civil. Hace 100 años, en la revolución del General Zapata, se dio el cambio por medio del sector agrario, porque en ese entonces el 90 por ciento de la población era campesina.

Entonces golpearon al sector campesino, y por eso tomaron las armas. Actualmente están golpeando al sector campesino, al obrero, al profesionista, al comerciante. El frente social que se puede gestar es un mosaico de diferentes grupos sociales, pues tampoco la clase media está contenta con la elevación de los impuestos. Queremos fomentar la unidad dentro de la misma sociedad, pues vemos que actualmente los partidos políticos no llegan a ningún acuerdo y hay que demostrar que la sociedad civil puede organizarse.
Los integrantes de la Fundación Zapata Vive, vemos que la próxima revolución será pacifica. Ya no queremos un mar de sangre, como el panorama que tuvo el General Zapata, pues no le quedaba de otra para imponer lo que su gente quería. Nosotros venimos de una revolución armada, y ya no queremos otra.
Nosotros, como gente de provincia, nos hemos trasladado a las ciudades y
hemos visto que actualmente los mexicanos son más críticos, principalmente los jóvenes. Entonces, si se consolida un planteamiento o un proyecto social será con ideales claros. No queremos una revolución, queremos una evolución.

Zapatismo: una forma de pensar y de sentir
 
El zapatismo es una forma de pensamiento que se definió como la dignidad de los pueblos, reflejado en un personaje histórico que es Emiliano Zapata Salazar. Es dignidad, respeto y un claro cariño a los pueblos mexicanos y a los de toda América Latina. Eso es el zapatismo, una forma de sentir y una ideología que está plasmada en la bandera política del general Zapata: el Plan de Ayala que pide una reforma, justicia y ley.

Zapatismo y neozapatismo
Son dos movimientos que nacieron de la misma ideología y se sustentan en el respeto y el rescate de las tradiciones, es decir, en el espíritu del zapatismo. El zapatismo histórico es de 1910 al 1919, y el neozapatismo es de 1994 y está en
las tierras de Chiapas.

¿Qué es lo que quería Zapata? La total autonomía de los municipios, y eso es una de las aportaciones de Zapata que pocos conocemos. Él hizo su ley de autonomías municipales. Y ¿qué es lo que implementaron los neozapatistas? También un espacio autónomo.
Los zapatistas históricos les enseñaran que a pesar de ser campesinos no preparados tenían la clara visión de la organización. El mismo General Zapata, desde el cuartel de Tlaltizapán, Morelos, era el gestor de una organización y de un proyecto nacional. Actualmente, en Chiapas, lo que se está gestando es la autonomía y un proyecto desde abajo.



El rechazo hacia el poder central
El General Zapata no quería un concepto individualista de poder, pero sí para el desarrollo de sus pueblos. Tenía un proyecto nacional y encabezaba un movimiento democrático y social. Un ejemplo que nos dio el General fue el
rechazo a la silla presidencial. Le dijo a Villa, "¿Por esta silla se están peleando y matando a nuestros hermanos? ¿Por esta silla hay tanta ambición?" Con eso refleja la cosmovisión campesina que tenía: el rechazo hacía el poder central, un total rechazo hacía la élite que se asentó en su tiempo. Actualmente el panorama político de los partidos es el poder por el poder, y ¿dónde está el pueblo? Yo creo que los movimientos autónomos son importantes para nuestro desarrollo.

Un Zapata en Chiapas
Hace un año estuvimos en territorio zapatista. Lo que me impresionó es que están unidos y se identifican por las tradiciones, por la ideología que les fue transmitida por la imagen de Emiliano Zapata. Ahí me di cuenta que el General Zapata es visto casi como un santo. Ya ni en Morelos lo tienen así. Me impactó mucho el arraigo que tienen hacia Zapata, es una fuente de inspiración porque comentan, ―si él hizo eso ¿por qué nosotros no?‖ Y tienen un claro ejemplo en sus comunidades de que sí se puede.

Dos anécdotas del General Zapata
Hay una anécdota muy bonita de la familia, de 1917, cuando mi abuelo Mateo Zapata Pérez nació, en el municipio de Tlaltizapán. Zapata estaba a un kilómetro en su cuartel general, cuando su secretario, Manuel Palafox, le dijo: "Ya va nacer su hijo, General", y él le pregunta "Pero, ¿cuál de todas?". Ya cuando le dicen que es de la señora María de Jesús (Chucha), sale de volada hasta la Hacienda de Temilpa Viejo, del último gobernador porfirista, en donde vivía mi familia. El General carga a mi abuelo, pero lo habían envuelto con ropa color rosa mexicano. Y ahí viene el General muy molesto y dice: "A mí no me lo pongan así. Es un Zapata". Lo desviste, lo envuelve en una sabana de manta, se lo pone en su caballo y van cabalgando por los alrededores de la hacienda.
Esa es una anécdota muy bonita que se contrapone con la imagen cinematográfica de Zapata, muy acartonado, muy solemne. Era lo contrario, bromista y muy enamoradizo, tequilero, pachanguero y bailador. Siempre se la pasaba bromeando con su gente y con la familia.

Otra de las anécdotas que más nos queda como familia es la de su muerte. En 1917 la familia huye por órdenes del General, porque Venustiano Carranza, Pablo González y Jesús Guajardo queman todo Morelos. Se trasladan a Cuautla, donde estaba el cuartel general de los carrancistas. Ya cuando matan al General, se
escucha en las calles que está muerto. Lo curioso era que la familia no lo creía, porque días antes siempre decían en los periódicos que Zapata había muerto. Así que pensaban que eran puros chisme del gobierno. Cuando fue asesinado, trajeron su cuerpo y lo expusieron por dos días en las oficinas de la inspección de la policía en el centro de Cauatla. Pablo González y Jesús Guajardo hicieron una concentración masiva para mostrar a los campesinos que su jefe estaba muerto y los formaron para que reconocieran el cuerpo. Con sus 17 años, mi bisabuela, María de Jesús Pérez, se formó en la larga fila para ver si era cierto que había muerto. Sí. Era el General Zapata el que estaba ahí. Cuando se enteraron, ocultaron a mi abuelo su identidad como hijo de Zapata. Desde recién nacido y hasta la edad de 15 años lo nombraban como Mateo Pérez. Cuando veía una comisión de los federales, el niño corría, pues su abuela Petra le decía que lo iban a matar. Y él no sabía ni por qué.

Después mi abuelo se enteró, por medio de la familia y de los veteranos de la revolución, quién era su padre, y que no era el bandido que le comentaron, sino un gran hombre, el formador del México en que vivíamos. Le dijeron que él era Mateo Emiliano Zapata Pérez. Le costó mucho trabajo a mi abuelo retomar el apellido, pues desde muy chico su mamá estaba temerosa de que lo mataran. El peso histórico le perjudicó, aunque no lo quisiera.
Emiliano Zapata y los saberes de los campesinos revolucionarios
El proceso civilizatorio del maíz, sus códigos de la tierra, auto organización y autodeterminación de hombres libres, sin capataz y sin amo; la experiencia de la resistencia al colonialismo y la dominación extranjera, fueron vertientes fundamentales en la revolución del sur.

Francisco Pineda
Un árbol sabe más que un libro
y una estrella enseña más que una universidad.
José Martí.

El 11 de marzo de 1911, un núcleo rebelde encabezado por Emiliano Zapata tomó la plaza de Villa de Ayalay proclamó el inicio de sublevantamiento armado. La revolución del sur irrumpió entonces en el escenario de la revolución mexicana. En ese momento, no se podía conocer cuál sería la suerte de los insurrectos. Hoy sabemos que dos de los principales organizadores de la sublevación, Pablo Torres Burgos y Rafael Merino, perdieron la vida en el transcurso de las cinco semanas siguientes.
¡Abajo haciendas! ¡Viva pueblos!, gritaron los insurgentes de Ayala, aquel día. Asi mismo, simbolizaron el lazo histórico que les unía con la independencia de México. Decidieron levantarse en armas a las once de la noche, abrir la cárcel y arengar a la población en la plaza, tal como indica la tradición para recordar el Grito de Independencia de 1810.
¡Abajo haciendas! La rebelión manifestaba el antagonismo de cuatro siglos de colonialidad del poder y, al mismo tiempo, su resolución:¡Viva pueblos! Ese grito no era una petición o un reclamo, revelaba una voluntad y una estrategia autónoma. Con esta acción nació la revolución del sur.
Dos semanas después, el 24 de marzo de 1911, el núcleo de Ayala se unió con otros rebeldes de la región, originarios de Morelos, Puebla y Guerrero. El nuevo agrupamiento eligió un jefe, Emiliano Zapata Salazar, y tomó un nombre para definir su identidad política: Ejército Libertador.

C. General Emiliano Zapata
Mi general, estamos a las órdenes de usted. General, quiero que me haga usted favor de darme el nombramiento (escrito) que usted dice darme, anticipándole que por lo pronto necesito 50 carabinas y parque. Suplico a usted tenga la bondad de decirme a quién me dirijo para los haberes de mis soldados. Es cuanto le dice María Guadalupe Muñiz, Ejército Libertador. Gracias de que nos haya usted concedido lo que nuestros corazones deseaban: pelear por el Plan de Ayala.

El maíz: la lucha por la tierra y la libertad

La usurpación primordial de las tierras y la configuración del poder se hizo, en México, por medio de la guerra colonial. El propio Hernán Cortés recibió de la monarquía española el Marquesado del Valle, un título de despojo que comprendía tierras, montes, aguas y decenas de miles de vasallos en zonas de los actuales estados de México, Veracruz, Distrito Federal, Michoacán, Oaxaca y Morelos.

Al mismo tiempo que la usurpación y el vasallaje, Hernán Cortés implantó un ingenio azucarero en Tlaltenango, Morelos. Más tarde, en 1582, la hacienda del Hospital estableció un cañaveral en territorio usurpado, entre otros, al pueblo de Anenecuilco. Allí nació y creció Emiliano Zapata. El conflicto con las haciendas era un problema fundamental de la experiencia histórica;la instauración de esa dominación extranjera en suelo mexicano formó parte de la vida diaria y fue un elemento decisivo en los saberes de los pobres del campo, mayoritariamente indígenas.

¿Cómo se hizo la conquista de México? Por medio de las armas.
¿Cómo se apoderaron de las grandes posesiones de tierras los conquistadores, que es la inmensa propiedad agraria que por más de cuatro siglos se ha transmitido a diversas propiedades? Por medio de las armas.
Pues por medio de las armas debemos hacer porque vuelvan a sus legítimos dueños, víctimas de la usurpación.

El general en jefe Emiliano Zapata.
El régimen agrario colonial no había desaparecido. Por el contrario, continuamente potenció sus efectos destructores. Los pueblos fueron despojados también del agua, para regar los cañaverales y generar fuerza motriz en los ingenios azucareros. Asimismo, fueron despojados de sus bosques, para facilitar otra fuente energética a las haciendas, el carbón. Con el ferrocarril y la introducción de maquinaria industrial pesada en los ingenios, se intensificó la opresión.

A diferencia de lo que sucedió en otras regiones azucareras del mundo, en Morelos la instalación de tecnología moderna no produjo un dispositivo dominante con dos clases, el terrateniente y el industrial. Aquí, se aplicó la maquinaria moderna al régimen agrario colonial. Por eso se agudizó, simultáneamente, el monopolio de la tierra y la concentración industrial en manos de los hacendados. Es decir, en la zona nuclear del zapatismo la hacienda porfirista combinó la apropiación de una renta absoluta, derivada del monopolio de la tierra, con la apropiación de plusvalía, derivada de la explotación industrial del trabajo en los ingenios azucareros. Esto engendró una clase dominante híbrida — terrateniente y capitalista industrial a la vez— con métodos exacerbados de explotación, humillación y despojo.

Los asalariados de las haciendas no eran trabajadores ―libres‖, sino peones sometidos por medio del endeudamiento y la violencia de los capataces. Para mayor control, con frecuencia los trabajadores y sus familias vivían ―acasillados‖ dentro de la hacienda. Según los oligarcas, los campesinos independientes debían ser totalmente reducidos a jornaleros: ni pequeño propietario ni arrendatario, sino peón de hacienda ―bajo la dirección de un propietario capitalistal.

— Antes de que saliera el sol ya estábamos en el surco; nos sacaban hasta que bien oscuro, así es que nos veníamos a meter a Tepepan a las siete, las ocho de la noche... A mí me pagaban 15 o 12 centavos, a la gente grande les pagaban 75 centavos en la siembra. En las pizcas, a la hora de recoger el maíz, íbamos de pepenadores y los capataces nos llevaban como si juéramos... con chicote, como si juéramos animales. Por eso mucha gente se decidió a irse del mal trato de los hacendados. Pero un trato mal ¡como si fuéramos animales!, ¿usted cree que se iba a quedar contenta la gente?
— Allí nos platicábamos entre todos, porque allí no había escrúpulos. Y el general (zapatista) le decía al soldado:  ̳Mira, vamos a pelear por esto, por esto y por aquello y por más esto otro‘... Por eso, todos íbamos gustosos al combate:  ̳vamos a acabar con esos desgraciados‘.
Capitán 1o Gregorio Godoy y Capitán 1o de Caballería José Alarcón Casales, Ejército Libertador.

En la historia de larga duración, el cultivo del maíz ha operado como eje de la auto organización en la comunidad campesina de Mesoamérica y, desde una perspectiva mayor, fue el soporte de uno de los procesos civilizatorios de la humanidad. En esa historia se puede identificar la raíz profunda de la revolución del sur. Una cualidad decisiva del maíz es que no monopoliza los nutrientes de la tierra sino que, por el contrario, incrementa su productividad cuando es sembrado junto con otros cultivos, como el frijol, la calabaza y el chile en unidades que también producen tubérculos, cereales, agaves, hortalizas o frutales. El autoabastecimiento de los bienes necesarios, como sabemos, ha sido una barrera de resistencia a la monetarización y mercantilización de todo.
Desde ese punto de vista, es posible considerar que la diversidad —tanto en la producción como en el aprovechamiento del maíz— y la auto-organización constituyen el sustento para la autodeterminación de la común unidad (comunidad) campesina. Para los zapatistas, la economía del maíz era el soporte de la vida y, a la vez, la base material de su libertad.

Es lo que peleábamos nosotros: tierra y libertad. Libres, sin capataces, sin amo.
Para todos. Fíjese usted señorita, el lema del general Zapata, si él hubiera sido alguna otra persona hubiera dicho: la tierra nada más es para los que empuñaron las armas. Pero no, mire, la tierra libre para todos.
Teniente de Caballería Macedonio García, Ejército Libertador.iv
El conflicto nuclear de la revolución del sur, entre las haciendas y los pueblos, puede considerarse, también, como la confrontación violenta entre la economía del azúcar, con sus formas de sometimiento, y la economía del maíz con sus formas de auto organización y libertad. En ese núcleo, son decisivos los saberes y emociones de los campesinos revolucionarios.
Nos fuimos a Villa de Ayala a pegar El Grito. Allí nos levantamos con otros cien, ya con escopetas, con rifles del 12 y puñalitos...
Y otros, con el corazón nomás.
Capitán 2o de Caballería Serafín Plasencia, Ejército Libertador.v
Pueblos y Ejército Libertador: tierra y libertad. Por la tierra, los pueblos contra las haciendas, y por la libertad, los insurgentes contra la dictadura. Era una sola lucha, no hay secreto en eso, pero fue algo excepcional.

Plan de Guerra General contra México
 
La revolución del sur no fue un conflicto aislado. La idea del aislamiento folclórico del campo mexicano es tan falsa como negar el carácter mundial del colonialismo y hacer creer que las haciendas  ̳aparecieron‘ sin una guerra de invasión. Más bien, se podría considerar que la revolución mexicana, en conjunto, fue una zona clave dentro de una gran turbulencia mundial que tuvo dos elementos principales: las luchas de liberación de pueblos y clases trabajadoras; y el reparto imperialista del mundo con sus trágicas secuelas de racismo y genocidio, crisis, hambre, epidemias, nuevas invasiones y operaciones encubiertas.
Cuando los rebeldes de Ayala se levantaron, el gobierno de Estados Unidos realizaba un gran despliegue militar en la frontera norte y amenazaba con invadir México. Al mismo tiempo, el 16 de marzo de 1911, el jefe del Estado Mayor del ejército norteamericano fue informado de que estaba lista la actualización del plan de guerra general contra México. Según esa actualización de 1911, los intereses de Estados Unidos en México pueden agruparse en cuatro categorías:

1. Las zonas mineras y metalúrgicas: principalmente, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Aguascalientes y Guanajuato;
2. Las zonas petroleras: en aquel tiempo, Tamaulipas y Veracruz;
3. Las zonas estratégicas por su ubicación geopolítica: la península de Baja California y el Istmo de Tehuantepec;
4. Los lugares en donde se realizarían las principales acciones militares de la invasión: Nogales, Guaymas, Chihuahua, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Monclova, Nuevo Laredo, Monterrey y Torreón; Tampico y San Luis Potosí; Veracruz y Coatzacoalcos; Salina Cruz, Acapulco y la capital de la república.
En marzo de 1911, cuando los zapatistas lanzaron el Grito de Ayala hace cien años, el ejército de Estados Unidos ya tenía actualizado el plan de invasión de México con tropas de Texas, New York, Pennsylvania, Ohio e Illinois; puntos de embarque y observación sobre terreno para determinar rutas y fuentes de alimentos; cooperación naval y detalle del material ferroviario necesario para transportar los suministros; mapas, monografías y una amplia descripción de las principales inversiones extranjeras, susceptibles de sabotaje por la resistencia mexicana a la invasión, localidad por localidad en todo el país.
En otras palabras, desde el primer día, los zapatistas estaban en la eventualidad de enfrentar a las tropas invasoras de Estados Unidos, en el trayecto de Acapulco a la ciudad de México. Y, aunque los rebeldes surianos no pudieron conocer tal contingencia, el alto mando del ejército imperial trabajaba en secreto bajo este supuesto: ―los planes de guerra están basados inicialmente en la suposición de que la guerra será conducida por los Estados Unidos prácticamente en contra de un pueblo unido, escribió el general Wotherspoon.

Ese fue el contexto en que se inscribió el levantamiento de Ayala. Y, por eso, es preciso no olvidar que, cuando se ejecutó la primera operación para asesinar a Zapata, en Chinameca, aquel año de 1911, el general Victoriano Huerta llevaba adscrito en su Estado Mayor al capitán Girard Sturtevant, agregado militar de la embajada yanqui.
Las fuerzas armadas de Estados Unidos realizaron operaciones militares sobre México, abiertas y encubiertas, para la caída de Porfirio Díaz, de Francisco Madero y de Victoriano Huerta (invasión de 1914), así como para la derrota de la Convención Revolucionaria y para intentar el exterminio del villismo (invasión de 1916-1917). Además, considérese que otra forma de intervención militar de Estados Unidos contra la revolución fue apertrechar al ejército carrancista, a fin de aniquilar a villistas y zapatistas. Por ejemplo, según datos de los Almacenes Generales de Artillería, un solo vapor americano entregó en julio de 1915al ejército de Carranza, en Veracruz, más de 26 mil fusiles y carabinas, así como 6 millones de cartuchos. La mayor parte de esos pertrechos de guerra fueron destinados a la campaña carrancista contra el Ejército Libertador, ejecutada en esos días para recuperar y asegurar la ciudad de México.

En aquellos meses, se combatía encarnizadamente. Salvo dos lapsos (seis semanas en total), los zapatistas tuvieron el control de la capital de la república desde el 24 de noviembre de 1914 hasta el 2 de agosto de 1915.En esa condición, el gobierno de Estados Unidos movilizó nuevamente barcos de guerra a Veracruz y advirtió que podía enviar a toda la flota del Atlántico, si fuera necesario. El New York Times señaló que el objetivo de este despliegue armado era llamar la atención de Carranza sobre la gravedad de la situación. Esa demostración de fuerza —añadió el diario— era una ―insinuación‖ de que Carranza era quien debía dar protección a los extranjeros en la ciudad de México.
En medio de la turbulencia, el general zapatista José Sabino Díaz, integrante de la División Antonio Barona del Ejército Libertador, propuso a la Convención Revolucionaria nacionalizar el petróleo. ―Ahora o nunca‖ —argumentó desde su campamento en Tlalancaleca, Puebla— ―o salvamos a México con el petróleo o lo habremos perdido para siempre‖. Las principales compañías que aprovechaban los recursos de México eran los monopolios petroleros de Gran Bretaña y Estados Unidos, con socios de la oligarquía colonial como los Creel, Escandón y Pimentel.

El Cuartel General del Sur tuvo información de algunas maniobras de Estados Unidos y esto sirvió para tomar medidas firmes. Por aquellos días, Pancho Villa ―decidió‖ que Felipe Ángeles se hiciera cargo de la presidencia de México y lo comunicó al jefe suriano. Zapata rechazó tal posibilidad, en forma terminante. Le respondió que sabía bien que el presidente de Estados Unidos (a través del agente especial Duval West) estaba promoviendo una terna de candidatos, entre los que se encontraba Felipe Ángeles y que, por lo tanto, este general villista no podía ser presidente de México.
No debemos admitir, en manera alguna, proposiciones hechas por el presidente de los Estados Unidos; pues de hacerlo así, es tanto como admitir la tutela de aquel gobierno, dándole injerencia en la resolución de asuntos que nosotros [los mexicanos] somos los únicos llamados a resolver...

El general en jefe Emiliano Zapata

Los saberes del zapatismo representan uno de los aspectos más negados por la historiografía dominante.―No tenían proyecto de nación‖, dijo uno y, en seguida, muchos más recitaron a coro: ―no tenían proyecto de nación y no sabían qué hacer‖.Otro, más profundo, arguyó: ―sólo eran maiceros y chileros‖. La negación de los saberes zapatistas opera no con información sino con racismo y desprecio por la gente del campo, dos constituyentes de la colonialidad del poder actual.

El proceso civilizatorio del maíz, sus códigos de la tierra, auto organización y autodeterminación de hombres libres, sin capataz y sin amo, sin humillaciones ni miserias; la experiencia de la resistencia al colonialismo y la dominación extranjera, fueron vertientes fundamentales en la revolución del sur.
Y la lucha sigue: de un lado, los acaparadores de tierras, los ladrones de montes y aguas, los que todo lo monopolizan, desde el ganado hasta el
petróleo. Y del otro, los campesinos despojados de sus heredades, la gran multitud de los que tienen agravios o injusticias que vengar, los que han sido robados en su jornal o en sus intereses, los que fueron arrojados de sus campos y de sus chozas por la codicia del gran señor, y que quieren recobrar lo que es suyo, tener un pedazo de tierra que les permita trabajar y vivir como hombres libres, sin capataz y sin amo, sin humillaciones y sin miserias.


Los verdaderos herederos de Zapata
 
La vigencia de las demandas de tierra y libertad ―significa que todavía no hay una resolución de parte del gobierno en cuestión agraria para las comunidades‖.

por Marcela Salas, Sergio Bibriesca y Gloria Muñoz

Nurío, Michoacán. Defender y trabajar la tierra, conservar la identidad, costumbres, organización y modo de vida de los pueblos originarios, es la mejor manera de reivindicar el legado del General Emiliano Zapata, coinciden comuneros e indígenas de Jalisco, Estado de México, Michoacán, Guerrero y Distrito Federal.

Entrevistados por Desinformémonos en el marco del Congreso Nacional Indígena (CNI), celebrado en Nurío, Michoacán, delegados ñañhú, purhépecha, nahua, mazahua y wixárika, advierten que las celebraciones oficiales de cada 10 de abril, en recuerdo del asesinato del General Zapata, son una burla, pues los verdaderos herederos de Zapata ―somos nosotros, los que seguimos sembrando‖.

―Zapata significa mucho para nosotros. Es el símbolo de la resistencia por la tierra comunal, esa tierra que representa para mi pueblo la vida entera. Las comunidades que han perdido su territorio por problemas agrarios o por los programas federales como el Programa de Certificación de Tierras (Procede) van perdiendo su identidad, por eso defender la tierra es defender la
identidad.‖, dice Juan Dionisio, ñañhú de la comunidad de San Pedro Atlapulco, Estado de México.

Todos los días se reivindican los ideales de la lucha de Zapata mediante la defensa de la tierra en diversos rincones del país. El grito de ―la tierra es de quien la trabaja‖, a 93 años de su asesinato, continúa vigente.

―Zapata es el ideal a seguir, es el ejemplo vivo de la lucha y tenemos que valernos de ese ejemplo para resistir. Muchas ocasiones no es nada fácil, el sistema nos absorbe, pero el espíritu lo llevamos dentro‖, comenta Teódulo Santos, nahua de la comunidad de Ostula, Michoacán.

Despojos e introducción de programas institucionales, como el Programa de Certificación de Certificación y Derechos Ejidales (PROCEDE), así como la ―creación‖ de conflictos al interior de los propias comunidades, son algunas de las estrategias que desde el poder se llevan a cabo para usurpar los territorios a sus dueños milenarios.
―Tienen muchas formas de hacerse de las tierras; una de ellas es confrontar a los mismos pueblos. Dan mayor extensión territorial a un pueblo o a otro, y este tipo de problemas causan muchas peleas que llevan a enfrentamientos en los que incluso han fallecido compañeros‖, agrega Teódulo Santos.

Magdalena García Durán, mazahua del Estado de México y ex presa política, advierte por su parte que ―el gobierno sigue modificando las leyes para perjudicar a los pueblos, sigue haciendo lo mismo que en los tiempos anteriores a la revolución‖.
―O quizá estamos peor que entonces – refiere Juan González Cisneros, maestro normalista de Uruapan, Michoacán- pues ahora los precios de los productos de los campesinos se rigen por el mercado internacional, y al no contar México con infraestructura avanzada que hay en otros países, el agricultor tiene que esforzarse más para producir, derivando esto en una explotación vil de nuestros campesinos‖.
Las demandas de tierra y libertad ―las hacemos válidas trabajando la tierra, defendiéndola, haciendo todo lo que él (Zapata) quería y por lo que luchaba, afirma Alejandro Carrillo Enríquez, wixárika de Santa Catarina, Cuexcomatitlán, Jalisco
El Caudillo de Sur

El poblado de San Miguel Anenecuilco, en el sureño estado de Morelos, fue testigo en 1879 del nacimiento de Emiliano Zapata. Hijo de una humilde familia campesina, Zapata tuvo una escasa instrucción escolar, y desde muy joven trabajó como peón y arriero.
Zapata no abandonó jamás la defensa de la tierra, y con buena parte de los indígenas de los pueblos y las haciendas de Morelos, reclutó lo que se conocería como el Ejército Libertador del Sur, para unirse a la Revolución Mexicana

―En la actualidad las demandas de justicia y libertad son por el respeto de nuestros usos y costumbres; el respeto de nuestra tierra y de nuestra lengua‖, dice Magdalena García Durán, mazahua y expresa política. ―La tierra y libertad no son todavía una realidad en todas las comunidades‖, afirma por su parte el comunero de Ostula, Teódulo Santos.
La vigencia de las demandas de tierra y libertad ―significa que todavía no hay una resolución de parte del gobierno en cuestión agraria para las comunidades‖, señala María de Jesús Patricio, de la comunidad nahua de Tuxpan, Jalisco.
Melquiades, de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), de la Montaña y Costa de Guerrero, advierte que el sistema no debe impedir que el campesino disfrute de la madre tierra, pues ésta es para el productor, no para el empresario. ―Los que sostenemos este país somos los campesinos, los jodidos, pues el capitalista invierte una lana (dinero) aquí, y si no le conviene se va para otro país, siempre anda buscando dinero. El campesino no. Somos pobres, pero aquí estamos‖.

Reivindicar en lo cotidiano lo ideales de Zapata

En 1911, cuando Francisco I Madero asumió la presidencia de México, y no cumplió los compromisos que había adquirido con los campesinos, Zapata se declaró en su contra y creó un programa de reforma agraria conocido como el Plan de Ayala, proclama política que el próximo 28 de noviembre cumple 100 años, en la que llama a restituir la propiedad de las tierras a los campesinos.

―Los herederos de la lucha de Zapata están en la tierra, cultivando la milpa, haciendo fiestas; son los que mantienen la costumbre y los que continúan resistiendo, pero también proponiendo y haciendo cosas desde donde están‖, dice Juan Dionisio.
―La mejor forma de reivindicar los que significa Zapata en nuestras tierras – sostiene Juan González- es recordar en valor tradicional de la organización colectiva; los pueblos originarios no son capitalistas, su trabajo tiende a satisfacer las necesidades básicas de la familia, no se piensa en la acumulación ni de productos básicos, ni de dinero‖.
―Nosotros –dice Magdalena García- defendemos nuestros usos y costumbres, resistimos con la lengua, la vestimenta y las tradiciones‖. Y, por su parte, María de Jesús Patricio explica que ―todas las comunidades tienen una imagen de Zapata, es una forma de mantenerlo vivo porque el luchó para que las comunidades fueran dueñas de su misma tierra, que no fueran peones, ni trabajadores‖.

Y José Cruz, nahua de Milpa Alta, Distrito Federal, asume como compromiso ―lograr que las nuevas generaciones tengan amor por la tierra a través de la tradición oral. En nuestros pueblos la defensa de la vida y de la cultura es el amor hacia la tierra. Somos pacíficos, tranquilos, queremos vivir mejor y trabajamos para ello‖.

“Somos nosotros los verdaderos herederos de Zapata”

Asesinado a traición el 10 de abril de 1919, en la hacienda de Chinameca, Morelos, Emiliano Zapata es parte viva de las luchas y reivindicaciones actuales del México de abajo. Cada año, en ocasión del aniversario de su muerte, el Estado mexicano monta una serie de actos para celebrarlo con discursos institucionales, ofrendas florales y promesas para los campesinos.

―Uno se pregunta cómo el gobierno se atreve a festejar, si cada día vivimos peor. Cada día le quitan a más gente la tierra para los empresarios, los del dinero. Es una burla. Los verdaderos herederos de la lucha de Zapata somos los pueblos indígenas‖, sostiene, indignada, Magdalena García.

―Hacer ahora lo que Zapata hacía no es bien visto y es reprimido...entonces por qué lo festeja el gobierno‖, dice Alejandro Carrillo Enríquez, wixárika de Jalisco.
El mismo sistema, afirma Teódulo Santos, ―que nos despoja y nos divide lleva a cabo celebraciones que conmemoran la muerte de Zapata. No todos los héroes de este país tienen el mismo significado en el pueblo‖.

En la historia oficial, explica José Cruz, ―se trata de poner en un mismo plano a gente como Zapata o Madero, y los dos tuvieron formas muy diferentes de ver el mundo. El capitalismo piensa a largo plazo y busca dividirnos, por lo cual debemos de recuperar nuestra memoria y los jóvenes ahora deben de involucrarse más en su historia‖.
―Zapata está con nosotros en la lucha. No ha muerto, su corazón e ideas nos acompañan, y sus demandas siguen vigentes‖, finaliza el comunero de Milpa Alta, lugar en el que Zapata fincó el cuartel en el que ratificó el Plan de Ayala el 19 de julio de 1914.



i María Guadalupe Muñiz, Ejército Libertador, San Juan Ixtayopan, Distrito Federal, 10 de abril de 1915, FEZ, 7, 4, 92 y FEZ, 7, 6, 24-25 (fragmentos).
iiEl General Emiliano Zapata a Gildardo Magaña, Ejército Libertador, Campamento Revolucionario, octubre de 1913. Fondo Genovevo de la O (AGN), 17, 2, 34.
iiiCapitán 1o Gregorio Godoy García, Ejército Libertador, entrevista realizada por Alicia Olivera de Bonfil y Laura Espejel en Xochimilco, Distrito Federal, el 29 de julio de 1973. Capitán 1o de Caballería José Alarcón Casales, Ejército Libertador, entrevista realizada por Salvador Rueda y Laura Espejel en Zacatepec, Morelos, el 4 de mayo de 1975.
iv Teniente de caballería Macedonio García Ocampo, Ejército Libertador, entrevista realizada por Laura Espejel en Juchitepec, Estado de México, el 23 de abril de 1977.
v Capitán 2o de caballería Serafín Plasencia Gutiérrez, Ejército Libertador, entrevista realizada por Laura Espejelen Villa de Ayala, Morelos, el 29 de septiembre de 1974.
vi El general Emiliano Zapata al general Francisco Villa, Cuartel General en Tlaltizapán, 10 de abril de 1915. En Nosotros los hombres ignorantes que hacemos la guerra. Correspondencia entre Francisco Villa y Emiliano Zapata, Armando Ruiz (Comp.), Conaculta, México, 2010.
vii General Emiliano Zapata, manifiesto “Al pueblo mexicano”, Ejército Libertador, Cuartel General en Tlaltizapán, 29 de mayo de 1916. Fondo Gildardo Magaña (UNAM), 27, 5, 56.

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