foto/ cenapred
SANTIAGO
XALITZINTLA, México.- El cielo nocturno brillaba intensamente; el polvo
caía sobre los pobladores. El Popocatépetl, el monstruoso volcán que
proyecta su sombra sobre este diminuto pueblo, retumbó de nuevo esta
semana, escupiendo una nube de ceniza y asustando a las autoridades
mexicanas, quienes elevaron los niveles de amenaza y despacharon
servicios de protección civil.
Pero, como ha sucedido desde hace
muchos años atrás, la gente que vive al pie del volcán - en antiguos
poblados agrícolas con sus propias costumbres y leyendas -, difícilmente
se estremeció. Para residentes de toda la vida como Carmela Silvestre,
de 78 años de edad, el volcán al que llaman Popo simplemente se sacudió.
Como amigo y protector, dice, él no tiene interés alguno en lastimar a
sus vecinos.
“Él simplemente está respirando allá arriba, eso es
todo”, dijo, caminando hacia la plaza central de este lugar por la noche
del miércoles, tirando de un chal sobre sus hombros. “Nosotros estamos
acostumbrados a eso”.
Aquí en
Santiago Xalitzintla y en otros pueblos con una vista clara del pico
cubierto de nieve del Popocatépetl y su columna de humo, todo parece
indicar que el humor va de calmado a cómico hasta medianamente
interesado. Rosario Jesús, de 55 años, durante una parada para comprar
tortillas en San Cayetano, fue una de muchos que bromearon diciendo que
Don Goyo “es amigo cuando está tranquilo, pero no tanto cuando está
enojado”.
Al igual que muchos otros por aquí, ella notó que 2012
ha sido un año particularmente malo en el matrimonio de la naturaleza y
la especie humana.
“Nosotros empezamos con terremotos”, dijo, “y
ahora está el volcán”.
Desvió la mirada hacia abajo, sonriendo,
pero sus ojos dejaron entrever una pizca de preocupación, quizá por
buena razón. México ha soportado unos cuantos sacudones este año: un
sismo de 7.4 grados en Oaxaca, el 20 de marzo, fue seguido por uno de
6.4 grados en Michoacán, el 11 de abril; y precedido por un puñado de
otros sismos de 5 grados de magnitud o más. Con muchos de estos
temblores y réplicas, edificios oscilando en la capital, muchos
mexicanos se han empezado a preguntar qué está ocurriendo.
Los
sismólogos generalmente han sugerido que es una saludable liberación de
tensión subterránea, que quizá impida ya sea una gran explosión
volcánica o un terremoto cataclísmico más adelante. Sin embargo, también
está la cuestión maya. Largo tiempo atrás, el calendario maya puso 2012
como el fin del mundo, cuando menos con base en algunos creyentes. Y si
bien las referencias al apocalipsis suelen venir con una sonrisa de
complicidad -como un limón con tequila-, hay muchos mexicanos que
destacan la extraordinaria actividad natural del año. Residentes de
Xalitzintla no son las excepción.
“No solo es aquí en México”,
dijo Liliana Ochoa, de 20 años de edad, recargada sobre el puesto donde
vende pollo a la parilla aquí. “Están ocurriendo cosas extrañas por todo
el mundo”. Ella está en lo cierto, por supuesto. El año empezó con olas
récord de calor en Australia y el “Armagedón de Nieve” en Europa y el
Pacífico Noroeste. Quizá, dijo Ochoa, “es un año de cambio real”.
No
obstante lo anterior, Xalitzintla al parecer prácticamente igual que
siempre. La comunidad de aproximadamente 2,000 personas fue formada
varios siglos atrás, y agricultores locales actualmente producen, sobre
todo, fruta - manzanas, peras, melocotones - del rico suelo que es el
producto de actividad volcánica que se remonta miles de años.
El
Popocatépetl, a veces descrito como un dios de la lluvia o el pulso de
la comunidad, se ha mantenido en calma durante la mayor parte de su
vida. Se volvió activo (tras un largo descanso) en 1994, e hizo erupción
por última vez con fuerza considerable en 2000, dando origen a la
evacuación de 50,00 personas de esta comunidad y otras en la cercanía.
Mucha
gente aquí, sin embargo, principalmente recuerda a quienes no huyeron.
Miles se negaron a salir. De hecho, residentes de la localidad dijeron
que desde los días de la Revolución mexicana, muchos de sus vecinos
temían menos al volcán que a los soldados y agentes de policía que
vienen al pueblo cuando el Popo decide saludar.
Por la noche del
miércoles, varios de esos oficiales se sentaron debajo del paso de una
brisa e intercambiaron bromas subidas de tono con niños pequeños que
traían tapabocas quirúrgicos colgando del cuello. Al otro lado de la
calle, periodistas tomaban turnos para hacer su reportaje en el
resplandor de luces brillantes junto a una antena móvil que proyectaba
su plateada nariz para probar el aire. Hasta ahora no existe un peligro
mayor ni necesidad de evacuación, han concluido oficiales, aunque una
caminata por el poblado reveló un olor similar a un sauna en un tupido y
verdeante bosque. ¿Era placentero o una señal de peligro? “Está
tranquilo ahora”, dijo Silvestre. La última erupción seria - que arrojó
coas al cielo - había ocurrido aproximadamente 14 horas antes.
Dentro
de una iglesia al otro extremo de la plaza, una docena de personas
decía el rosario al unísono. Las mujeres estaban sentadas a la derecha y
los hombres a la izquierda dentro de un santuario lleno de flores de
Pascua, iluminado con candelabros y luces neón verde, rojo y blanco
detrás y al lado del altar. Una estatua de El Arcángel San Miguel, que
yace sobre una casa blanca con dos espadas elevadas en lo alto, se
proyectaba sobre la muchedumbre.
Los residentes dijeron que esto
es lo que normalmente pasaba por acción local en una noche entre semana.
Pero, ahora, había más actividad tanto arriba como en el suelo, y quizá
era lo mejor. Quizá era que el Popo quien había enviado un camión de
salud (enviado oficialmente por el estado de Pueblo) que incluía a un
médico que, sin nada más que hacer, ofreció tres revisiones gratuitas.
Incluso había un dentista y una silla de dentista de piel amarilla
dentro del remolque. Un niño en el interior, con la boca completamente
abierta, tenía un aire un tanto incierto con respecto a si esto era un
cambio positivo, pero su padre se veía conforme. Lo mismo
Silvestre, quien había vagado por la plaza para revisar la actividad. “Este
es nuestro pueblo”, dijo. “Esta es nuestra historia”.