Frontera de Chiapas con Guatemala
Reportaje: Luz del Alba Belasko
Las entidades de la frontera sur constituyen un lugar de destino de varios flujos migratorios pro- cedentes de la región centroamericana. De los flujos que llegan por motivaciones laborales, se pueden identificar aquellos más tradicionales que datan de fines del siglo XIX, como los trabajadores agrícolas guatemaltecos, y otros de reciente surgimiento que se dedican a distintas actividades en esta región fronteriza.
Entre los grupos con mayor antigüedad, se distingue la migración de mano de obra de trabajadores agrícolas guatemaltecos que laboran mayoritariamente en el cultivo y cosecha del café.
A medida que su número fue aumentan do a lo largo del siglo XX y sustituyendo a los indígenas que provenían de los Altos de Chiapas, el trabajo realizado por los jornaleros guatemaltecos en territorio mexicano pasó a formar parte de las estrategias adoptadas por las familias campesino-indígenas del occidente guatemalteco. Tal práctica migratoria ha evolucionado de manera parale- la al desarrollo de la economía agrícola de la región y ha respondido a los cambios y a la dinámica de la misma.
Como resultado de estos cambios, la migración documentada de jornaleros agrícolas guatemaltecos a Chiapas ha disminuido sensiblemente en los últimos dos años, de tal forma que el futuro de la economía cafetalera regional se vislumbra en un contexto de una crisis muy fuerte, en la que sólo los productores con mayor capacidad económica y tecnológica podrán superarla y seguir produciendo café.
Algunas características sociodemográficas de este flujo laboral documentado nos permiten señalar que se trata de una población de adultos jóvenes, con una edad mediana de 26.5 años, y en su mayoría hombres (90%).
Aproximadamente una tercera parte son analfabetas y también una tercera parte habla alguna lengua indígena (sobre todo mam). A pesar de los cambios que se han producido en los últimos años en los mecanismos de documentación ante las autoridades migratorias mexicanas, el proceso de obtención del permiso para laborar en territorio chiapaneco.
Dado que la forma dominante de pago de las actividades agrícolas que demandan los mayores volúmenes de mano de obra, como la cosecha de café, es a destajo o por tarea, se genera una mayor participación laboral de las mujeres y de los menores que migran al Soconusco como parte de una estrategia familiar.
Esta situación se produce en un contexto donde predomina una falta de reconocimiento de los derechos laborales de las mujeres y de los niños, lo cual es agravado por las deficientes condiciones de alimentación, hospedaje y salud en gran parte de las fincas de la región. Sin embargo, las difíciles condiciones laborales no impiden que este flujo siga migrando en bus- ca de una fuente de ingresos complementaria a su economía doméstica; por su parte, la economía agrícola de la región se ha transformado, concibiendo siempre la excepcional situación que ofrece la oferta de mano de obra abundante, barata y eficiente del occidente guatemalteco.
Otro grupo migratorio que llega a la región fronteriza a laborar desde hace varias décadas está constituido por las trabajadoras del servicio doméstico. En la ciudad de Tapachula, una proporción elevada de familias de clase media y alta cuentan con el servicio de alguna empleada de origen guatemalteco. Muchas jóvenes del país vecino, ante la falta de fuentes de empleo y las condiciones de pobreza en que viven, pero también ante la demanda de este tipo de trabajos, consideran como una opción personal y familiar cruzar la frontera para venir a trabajar en el servicio doméstico en el lado mexicano.
Es común que las trabajadoras domésticas reciban algún tipo de maltrato en las casas donde se emplean, el cual básicamente es verbal, aunque existe exceso de trabajo, bajos salarios o comida insuficiente e inadecuada.
También esta la frontera, como destino temporal el flujo constituido por las mujeres que trabajan en el comercio sexual. De acuerdo con los datos de un estudio realizado en 1999 en Ciudad Hidalgo, Chiapas (Bronfman et al., 2002), la mayor parte de las entrevistadas eran de Guatemala (73%), aunque había de El Salvador (11%), Honduras (9%) y México (7%).
Muchas usaban esta ciudad fronteriza como lugar de tránsito para conseguir recursos económicos con el fin de proseguir su viaje a Estados Unidos o conocer a alguien que las acercara a la frontera norte de México.
Se trata de mujeres jóvenes; 70% tenía entre 18 y 27 años. Una tercera parte era analfabeta. Casi la mitad declaró ser soltera y el resto estar casada o unida, pero al momento de la encuesta estaban separadas o huían de una situación de violencia conyugal. Un poco más de las tres cuartas partes (80%) tenía hijos en su país, normalmente mayores de 12 años, lo cual indica que ellas eran muy jóvenes cuando los tuvieron. Dado el tipo de trabajo, se puede señalar la existencia de altos niveles de explotación en los bares y centros nocturnos donde se realiza, además de la práctica de rela- ciones sexuales de alto riesgo que pueden derivar en la transmisión de diversas infecciones y de VIH/SIDA, sin contar con la práctica cotidiana de extorsión, violencia y abuso de autoridades.
Este panorama de la migración laboral presentado de manera muy general, está íntimamente relacionado con una situación dominada por deficientes condiciones de trabajo y, en una buena parte de los casos, por violaciones a los derechos laborales y humanos de los y las trabajadoras de origen centroamericano.
Con información de los investigadores:
Martha Luz Rojas Wiesner y Hugo Ángeles Cruz de la División de Población y Salud de ECOSUR