Los casos de Silvia, Thalía, Micaela y Mónica, víctimas de violencia extrema, exponen fallas en la respuesta institucional y la impunidad en la capital chiapaneca.
Fredy Martín Pérez.
Silvia Rodríguez Álvarez, de 37 años de edad, soñaba regresar a Pénjamo, Guanajuato, para recorrer con sus hermanas María Dolores y Fabiola Alcántara Álvarez, la plaza, sus portales, sentarse en la banca del parque central, comer un helado y almorzar una cecina con nopales en un restaurante del centro histórico, pero no lo logró; el 20 de septiembre, fue víctima de feminicidio de su pareja Ángel, en la casa que compartían en Real del Bosque, de Tuxtla.
Pasaron dos días, para que la familia de Silva se enterara de su deceso. Lo único que sabían sus hermanas, era que Silvia se había mudado de Tapachula a Tuxtla Gutiérrez a principios de este año.María Dolores vio en una publicación de Facebook que buscaban a familiares de Silvia en Pénjamo. Llamó al número que aparecía ahí. Era de un ciudadano que le pedía viajar a Tuxtla para identificar el cuerpo porque podía ser enviado a la fosa común. Sintió tristeza y frustración, porque recién había salido de una cirugía. El Ministerio Público no había hecho ni el intento de localizar a los familiares de Silvia en Guanajuato.
Desde que conoció a Ángel, Silvia había sufrido violencia de género. El 20 de enero de este año, vecinos reportaron hacia las 22:45 horas, una riña en una casa ubicada en la 4ª Sur, entre 8ª y 10 Poniente. Cuando los paramédicos del Club de Auxilio y Rescate Chiapas llegaron a la casa, encontraron a Silvia tirada en el suelo, con varios golpes en el rostro y otras partes del cuerpo. El diagnóstico fue que Silvia estaba “consciente, desorientada y con signos vitales”. Fue traslada a un hospital para su atención.
A principios de este año, Ángel le propuso a Silva, que era conocida por sus hermanas como La Negra, que se mudaran a Tuxtla Gutiérrez. Rentaron una casa en la colonia Real del Bosque, donde continuaron los malos tratos.
Desde que la pareja vivía en Guanajuato, Silvia ya sufría violencia de genero. En un video que mando a Dolores y Fabiola, se le ve sangrando de la nariz, con golpes en el rostro y brazo. Ruega por ayuda. “Esta es una grabación directa para mi familia, Dolores Alcántara Álvarez, Fabiola Alcántara Álvarez. La persona que se estaba saliendo conmigo, se llama Ángel de Jesús Leyva Rivera, vivimos en Manuel Doblado (Guanajuato). Era mi novio. Le he hecho creer que me desmayé; me desperté y no recordé lo que me había hecho”.
Días antes del feminicidio, Silvia mandó otro video a sus hermanas hasta Pénjamo, pero no le tomaron importancia. Rogó por ayuda. Fue el 20 de septiembre, que Silvia fue hallada sin vida. Su cuerpo estaba colgado en un ventanal en la casa de Real del Bosque. Peritos y agentes del Ministerio Público llegaron a la casa donde realizaron las diligencias, para luego trasladar el cuerpo al Servicio Médico Forense, pero su familia en Pénjamo, se enteró 48 horas después del deceso de Silva.
Dolores vio la foto de su hermana en una publicación de Facebook.
María Dolores llegó a Tuxtla Gutiérrez el martes 23 de septiembre, aun con problemas para caminar, porque días antes el había salido de una cirugía. El hombre con el que había hablado, le dijo el cuerpo podía ser enviado a la fosa común. “Yo le llamé. Oiga disculpe: ¿Cómo está mi hermana? No… necesito que vengas a reconocerla al Semefo, porque ya se va en calidad de desconocida. Yo me quedé: ¿Cómo? Eso no puede estar sucediendo”.
Entonces hizo una maleta y se trasladó a Chiapas. Al llegar a Tuxtla, las Madres Buscadoras de Chiapas, le dieron acompañamiento.
“Silvia era muy joven, linda y él acabó con su vida”, desliza María Dolores, que a un mes de femicidio de su hermana, la Fiscalía no ha dado con el paradero del feminicida, que mantuvo prácticamente esclavizada a Silvia. “La golpeaba y la destrozo”. Tenía prohibido trabajar y establecer contacto con sus hermanas María Dolores y Fabiola, en Pénjamo.
Cuando empezó a indagar sobre las causas del deceso de Silvia, Dolores le dijeron que su hermana “se había suicidado”, pero no aceptó esa versión. “Yo me llevo ese mal sabor de boca, porque mi hermana estaba viva y alguien que se supone que la iba a cuidar, la cayó para siempre; la estuvo dañando, la acabó hasta el final. Pido justicia. Quiero que se haga justicia”.
El 29 de septiembre, en la Fiscalía de Feminicidios, Dolores confirmó lo que ya sabía, que Silvia se había suicidado. “Que dejó una carta póstuma, (pero) sabemos que eso no es real. Mi hermana está muerta por feminicidio”, sustenta María Dolores.
Tuvieron que pasar ocho días desde que ocurrió el feminicidio, para que María Dolores tuviera acceso a la carpeta de investigación. El acta de defunción, dice que la causa del deceso de Silvia, fue “por ahorcamiento” pero no cree en esa versión.
El día que El Pipila cercenó a su pareja
La noche del 19 de septiembre caía una lluvia ligera en la delegación Terán de Tuxtla Gutiérrez, cuando Ciro alias El Pípila salió en dos ocasiones de su casa con un par de bolsas y cargando algo sobre la espalda que cubría con una tela que parecía ser una sábana. Era el cuerpo cercenado de su pareja, Thalía del Rocío, de 31 años de edad, que depositó en dos contenedores a tan solo cien metros de su casa, con la idea de que el camión recolector lo llevara a tiradero municipal.
Esa noche, de acuerdo a las cámaras de vigilancia de una casa, El Pípila salió en dos ocasiones con partes del cuerpo de su pareja. Una fue a las 21: 49 y la otra a las 22:45 horas. Caminó no más de cien pasos, para depositar las bolsas en los contenedores, uno de estos frente a una barda donde se puede leer: “Chiapas Seguro”, “Tuxtla capital segura”. Creía que los restos de Thalía del Rocío se confundirían de la basura y terminarían en el tiradero municipal en la tarde del 20 de septiembre.
Después de la última salida, Ciro regresó a la casa para limpiar la recámara, la cocina y el baño, por donde arrastró el cuerpo de Thalía del Rocío, que murió por una hemorragia aguda secundaria herida punzocortante en tórax, un traumatismo que le dañó órganos vitales y vasos sanguíneos.
En la tarde del 19 de septiembre, Ciro encaró a Thalía del Rocío, como acostumbraba. De las palabras siguió con los golpes, hasta que la mató con el cuchillo de cocina. La violencia contra Thalía del Rocío fue frecuente, han contado vecinos, pero ella en tres ocasiones denunció a su pareja por violencia de género, pero no fue escuchada.
Ciro había estudiado Arquitectura, pero no ejercía como tal. El portal Quejas y denuncias de Tuxtla, reveló que Ciro, trabajó con Javier Uriostegui Román, alias El Gato, morelense, propietario de unos carriles en el municipio de Ocozocoautla, asesinado el 30 de agosto del 2009, durante una carrera de caballos Futurity 2009, en Cañada Park, en Saltillo, Coahuila.
Por la mañana del lunes 20 de septiembre, un recolector de basura que llegó a unos de los contendedores, al abrir una de las bolsas, vio que se trataba de un cuerpo humano. La información se propagó entre los vecinos que llamaron al 911. Inicialmente creyeron que se trataba de dos cuerpos. Al lugar llegaron elementos de la Policía y peritos. Voltearon los recipientes y ahí estaban el cuerpo cercenado de Thalía del Rocío.
Más tarde, confirmaron que se trataba de Thalía del Rocío. Un familiar había llegado a identificar parte del cuerpo.
El Ministerio Público llevó a cabo un análisis forense digital, pero el golpe de suerte fue cuando supo que la cámara de la casa contigua, había captado el momento que El Pípila salió en dos ocasiones con las bolsas y la tela donde transportaba el cuerpo desmembrado de Thalía del Rocío.
El 22 de septiembre El Pípila fue detenido en un operativo en el que participaron la Guardia Nacional, Ejército, Policía Estatal, para quedar a disposición de un juez, pero cuando los peritos llegaron a la casa para realizar las diligencias encontraron que Ciro había limpiado la casa, quitado sábanas y ropa de la recámara y baño.
Con la ayuda de luminol, pudieron comprobar el sitio exacto donde fue cercenado el cuerpo de Thalía del Rocío. Hallaron un machete y un cuchillo de chef con el que El Pípila perpetró el feminicidio.
Thalía del Rocío fue inhumada el 21 de septiembre. Su familia lo despidió con una esquela. “Con profundo pesar, informamos el fallecimiento de nuestra querida Thalía. Madre, hermana, hija”. Le sobreviven tres niños.
Micaela Isabela la sinaloense asesinada en El Amate
Micaela Isabela Cervantes Norzagaray, originaria de Guasave, Sinaloa, llegó a Chiapas hace un par de años, para trabajar como promotora de espectáculos y como asistente en grabaciones de grupos musicales. El 3 de julio fue recluida en el penal de El Amate, por el delito de extorsión agravada, donde fue asesinada el 14 de ese mes.
Cuando trascendió el deceso, se dijo que se había ahorcado, pero fue hasta el 7 de agosto, que el Ministerio Público confirmó que había sido asesinada por sus compañeras de celda Leticia y Brenda y dos guardias del penal, Patricia y Rosalía.
La mujer de 39 años de edad, que vivía en la delegación Terán, de Tuxtla Gutiérrez , le gustaba viajar, amaba los perros y su buen talante, le permitió relacionarse con representantes y dueños de grupos musicales, a los que les conseguía contratos en fiestas masivas, casamientos, 15 años y otras.
La vida de Micaela Isabela tuvo un giro inesperado, cuando Jorge “N”, un empresario de Tuxtla, acusó a la sinaloense del delito de extorsión agravada. Cuando fue detenida, un juez ordenó prisión preventiva oficiosa y un mes de plazo de investigación complementaria, pero no le alcanzó el tiempo, fue asesinada en la celda donde llevaba once días recluida.
Originaria de Guasave, Sinaloa, Milca Isabela, le gustaba viajar al extranjero, pero amaba a los perros. Sus viajes a Perú, Estados Unidos y otros países, los citó en su cuenta de Facebook. “Constantemente el cuerpo me pide viaje”, narraba la sinaloense.
En el 2022, en Ensenada, California, se consternó cuando su perrita de la raza pastor Belga, de nombre Aria, se perdió, por lo que emprendió una búsqueda incansable, hasta que logró hallarla. “Solo los que han perdido a su perrito alguna vez podrán entenderme.
Les agradezco infinitamente a todas las personas que han ayudado en la búsqueda. Fueron seis días y seis noches súper difíciles, de mil emociones, falsas esperanzas y desvelos”. “Pero nunca perdimos la fe”, contó.
Había estudiado la licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Baja California, según se puede leer en su página personal de Facebook, pero no terminó. La única titulación que obtuvo, fue la de profesional técnico en asistente directivo, en el 2010, en el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalap).
Hasta ahora, no hay ningún detenido como autor intelectual del homicidio de Milca Isabela.
Mónica la exitosa maquillista
El 19 de noviembre del 2024, a las 02:00 horas, Miguel Ángel Toledo, apagó las cámaras de videovigilancia en la casa que compartía con Mónica Delgado Castellanos, una exitosa maquillista originaria de Cintalapa, pero avecindada en Tuxtla, con la que llevaba un mes separado; la encaró y procedió a atacarla a golpes, hasta que la asesinó.
En el 2017, Mónica Delgado Castellanos y Miguel Ángel Toledo, acordaron iniciar una relación. La maquillista tenía un hijo de dos años de su primera pareja. Rentó un local donde abrió una peluquería que a los pocos meses cobró fama entre las jóvenes de Tuxtla, que llegaban a maquillarse, peinarse, aplicarse proteína en el caballo, pestañas y maquillaje semipermanente de cejas, entre otros tratamientos. Miguel Ángel colaboraba en el negocio.
Un mes había pasado de la separación, cuando Miguel Ángel llegó a las 02:00 horas del 19 de septiembre para encarar a Mónica. Miguel Ángel se arrepintió de lo que había hecho. Vio el cuerpo de su pareja tirado en el suelo, pero no quiso quedarse en el lugar. Salió a la calle, donde aún recordaba el rostro de Mónica.
Encendió el Suzuki tipo Ignis, con placas DPK 4298, pero mientras recorría las calles de Tuxtla, lloraba.
Al amanecer, fue hallado el cuerpo de Mónica. La Policía inició la búsqueda de Miguel Ángel Toledo, que ese 19 de noviembre quedó marcado con el feminicidio número 33 que había ocurrido en Chiapas.
El día 30 de noviembre, circuló un video donde se ve que Miguel Ángel llega a la terminal de corto recorrido de San Cristóbal de las Casas, ubicado sobre el bulevar de Las Américas. Ahí estacionó el Suzuki, de donde descendió. Caminó kilómetros hasta la colonia Corral de piedra, rumbó a la salida a Guatemala, para luego adentrarse en el reducto del bosque al pie de la carretera Panamericana.
Desde ahí escuchaba el freno de motor de los tráileres que bajaban por la pendiente que viene del Aguaje, una comunidad colindante con el cuartel de la 31 Zona Militar.
Miguel Ángel se sentó entre las hojas resecas. Podía ver la luminosidad de las casas, desde donde percibía risas y música. Sintió arrepentimiento. No quería ir a prisión. Amarró un lazo entre las ramas de un árbol. El 1 de diciembre por la mañana, fue hallado sin vida.
Tres meses después del feminicidio de Mónica, sus hermanas reabrieron el salón Mónica Delgado, con el mismo personal que trabajaba hasta antes del feminicidio.
María Luisa Delgado Castellanos recuerda a su hermana, como una mujer con mucho impulso para sobresalir. “Mónica era muy alegre. Era una persona muy positiva y siempre con visión, porque nunca se sentó a esperar que le regalaran algo. Fue una mujer muy luchadora”.
La reapertura del salón el 14 de febrero del 2025, fue una forma de honrar y recordar a Mónica, pero han dejado el lugar, como lo dejó hasta el último día que llegó a trabajar. “Para nosotras es una forma de tener una conexión (con Mónica) de hacer lo que ella le gustaba”, desliza María Luisa. A Mónica le sobreviven dos hijos: Uno de 11 años y otro de tres.
